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¿Qué hacer para vivir en paz?

Publicado el Miércoles, 25 Abril 2012
Última actualización en Lunes, 28 Abril 2014

“La paz es aquel estado en el que lo Creativo toma su tiempo para transformar las cosas y lo Receptivo se entrega para dar forma al propósito de lo Creativo”, dice I Ching.
Esto suena enigmático, pero si concretamos las funciones de lo Creativo al comparar la interacción entre lo Creativo y lo Receptivo con la dinámica que se produce en las reacciones bioquímicas, se aclara el papel de ambas fuerzas vitales primordiales. Asimismo, se facilita así que comprendamos por qué los sabios que entregaron su sabiduría a la humanidad mediante el I Ching, afirmaban que la Vida existe debido al principio Yin-Yang. Por eso, para introducir la explicación de la arriba citada definición enigmática, voy a basarme en las nociones básicas de la bioquímica que se enseñan actualmente en el colegio.

A los niños se les enseña -sin saberlo- cómo funciona el principio Yin-Yang cuando explican de qué manera se originan las sustancias nutritivas, regeneradoras y energetizantes que sostienen la vida de los seres vivos. Asimismo les enseñan que la vida existe debido al principio Yin-Yang, cuando muestran que los seres vivos están constituidos de elementos químicos que se unen y se separan constantemente.
Para comprender eso, necesitamos saber que cualquier materia viva se compone de elementos químicos denominados bioelementos y que con los mismos se forma la gran variedad de moléculas imprescindibles para la creación de una infinidad de seres vivos diferentes. Los bioelementos fundamentales son cuatro: carbono (C), hidrógeno (H), oxígeno (O) y nitrógeno (N). Sólo ellos constituyen el 95% del peso de cualquier ser vivo y el 5% restante corresponde a elementos minerales (calcio, fósforo, azufre, cloro, sodio, etc.) que aportan determinadas propiedades catalizadoras a la molécula.

Actualmente hemos asumido que la vida está basada en el hecho de que los bioelementos se combinan entre sí para formar moléculas más o menos estables que se transforman continuamente para formar otras moléculas con propiedades diferentes. Dichas reacciones bioquímicas ilustran lo que la medicina china dice sobre el principio Yin-Yang, visualizando al mismo tiempo lo que I Ching enseña sobre el modo de actuar de lo Creativo y lo Receptivo.
Como hemos visto en los artículos 2 y 3, la vida existe gracias al principio Yin-Yang según la filosofía de la Medicina Tradicional China. La misma parte de la convicción de que el estado de salud y bienestar se determina por el estado de equilibrio en la interacción entre el Yin y el Yang; y entiende que el Yang (lo Creativo) es de naturaleza energética y espiritual mientras que el Yin (lo Receptivo) es de naturaleza material y terrenal.
Según I Ching, en la vida humana lo Creativo tiene la misión de inspirar, dirigir y promover las transformaciones a las que cada ser vivo está sujeto mientras que lo Receptivo tiene la misión de entregarse a la actividad transformadora de lo Creativo para dar forma a sus intenciones, modificando lo creado constantemente guiándose por las indicaciones de lo Creativo.
Así que, con la definición del estado de paz, I Ching indica que -para vivir y actuar pacíficamente- hay que adaptarse al curso natural de la vida. El curso vital hace que nos encontremos en paz siempre que procuremos que la transformación energética de lo Creativo lleve, por sí misma, a la activación del principio Receptivo que se encarga de la creación de la forma concreta correspondiente a las intenciones espirituales del principio Creativo.


Unos principios vitales demostrados por la ciencia

Las cosas que se dicen sobre el principio Yin-Yang, nos suelen sonar a creencias esotéricas o filosóficas. En el siglo pasado, sin embargo, se ha revelado en diferentes campos de investigación científica que es cierto que la vida existe debido a una dinámica que la medicina china denomina el “principio Yin-Yang” y, para más inri, la física cuántica ha demostrado que el comportamiento de los átomos depende de la emisión y recepción de ondas electromagnéticas.
De modo que está demostrado que la fuerza energética (lo Creativo, Yang) inspira, dirige y promueve la formación de la materia, como afirma I Ching. Por paradójico que parezca, resulta que se puede ver y comprobar que ninguna materia es estática y duradera sino que, incluso la materia más dura, está compuesta por partículas en movimiento. Además, resulta que el ser humano puede darse cuenta de dicho hecho siempre y cuando aumente su visión, bien mirando por un microscopio o gracias a técnicas de meditación. Al aumentar su visión, observa que cualquier materia (Yin) se modifica bajo la influencia de la energía (Yang).
Con respecto a la materia viva, la bioquímica ha demostrado que la misma está formada por los cuatro bioelementos fundamentales carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno más una pequeña cantidad de trazas de elementos minerales. Con dichos elementos químicos se forman los “ladrillos” de la complicada “arquitectura” de la infinidad de seres vivos diferentes.
Se manifiesta, por ejemplo, que dentro de cualquier materia viva determinados bioelementos se unen para formar los denominados principios inmediatos orgánicos (hidratos de carbono, lípidos y proteínas así como los ácidos nucleicos denominados ADN y ARN). Y tanto fuera de la materia viva como dentro de ella, se forman los denominados principios inmediatos inorgánicos. A saber, el agua (H2O: dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno) y las sales minerales (diversas combinaciones más complejas).
Los principios inmediatos juegan un papel primordial en la generación, el sustento y el desarrollo de los seres vivos. Dichas sustancias, sin embargo, están sometidas a múltiples cambios ya que se transforman continuamente para ejercer las funciones requeridas por el organismo. Estas transformaciones se producen debido a que las uniones moleculares son lábiles y se desintegran fácilmente. Y gracias a que los bioelementos poseen tantos puntos de anclaje como valencias para combinarse con los demás elementos y con otras moléculas, hay una gran cantidad de diferentes combinaciones posibles.
Así que, al observar las reacciones bioquímicas, se concretizan las cosas que la medicina china y I Ching dicen sobre el principio Yin-Yang. Por ejemplo, se entiende que los “valores duraderos de lo Creativo” corresponden a los bioelementos y que lo Receptivo utiliza los mismos una y otra vez para formar todo tipo de cosas sustanciales que, una vez creadas, tendrán que ser entregadas de nuevo al principio Creativo para que puedan transformarse de acuerdo con las necesidades puntuales de la persona. De modo que las reacciones bioquímicas facilitan que reconozcamos la lógica del hecho de que los valores fundamentales permanezcan, aunque lo que hacemos con ellos sea cambiante por definición. Dicho hecho explica, además, que aprendemos, nos superamos y evolucionamos a medida que tomamos conciencia de nuestros valores fundamentales y sabemos reconocerlos y utilizarlos. Asimismo explica que percibimos que, en el fondo, somos iguales y compartimos determinados intereses comunes.
Y este hecho, a su vez, explica por qué no creamos un caos cuando nos guiamos por nuestros valores individuales sino que, muy al contrario, se manifiesta que precisamente cuando respetamos la unicidad de nuestro ser, aportamos nuestros dones a la comunidad y sabemos respetar a los demás.
Sorprendentemente, dichas lecciones de la vida se explican, además, por hechos revelados gracias a determinadas investigaciones científicas. Así, entre muchas otras cosas reveladoras, se ha descubierto que todos los seres vivos comparten en su interior una organización común y una bioquímica común: desde las moléculas sencillas hasta las moléculas más largas y complejas que existen (el ADN y su mensajero el ARN), todas ellas son casi las mismas en todos los casos. Sorprende que incluso el ADN que determina las propiedades específicas de las diferentes especies, varíe muy poco tratándose de un ser humano, un insecto o un árbol.

De manera que ya no parece inadmisible creer que todo en la vida funcione de un modo análogo y que el microcosmos sea un fiel reflejo del macrocosmos, como afirman las filosofías orientales. Al contrario, parece muy verosímil suponer que el orden natural de la Vida es coherente y que seremos capaces de descubrir cuáles son las leyes universales en qué apoyarnos para inducir, dirigir y salvaguardar un orden saludable en el mundo.


Los sentimientos negativos mueven el mundo

El orden del mundo está construido sobre las experiencias humanas, sobre nuestras penas y alegrías, sobre nuestros logros y fracasos, sobre nuestras dudas y certezas, sobre nuestros miedos e inseguridades, sobre nuestras frustraciones y traumas y sobre nuestras creencias y conocimientos acerca de la condición humana.
Desde pequeños exploramos cómo funciona la vida basándonos en las creencias, costumbres y conocimientos de la gente en nuestro entorno, comprobando la validez de los mismos guiándonos por nuestra propia percepción y experiencia y aprendiendo de los conocimientos, exploraciones e investigaciones de otros.
Sin embargo, a menudo nos creemos lo que nos dicen sin preguntárnoslo a nosotros mismos, sobre todo si admiramos al otro o dependemos de él para subsistir. Y si se trata de conclusiones de investigaciones científicas solemos asumirlas sin apenas sentido crítico, ya que suponemos que los científicos desarrollan su trabajo basándose en hechos comprobados y que hacen sus investigaciones con rigor. Pero tampoco todas las conclusiones científicas son fiables.
Anoche escuché por “casualidad” un ejemplo de ello. Antes de irme a la cama puse la tele, estaban poniendo la repetición de un programa de Punset y escuché decir a un científico que estudia el comportamiento humano, que “en realidad” el engaño y el autoengaño son fundamentales para la evolución humana. Había llegado a esta conclusión basándose en la suposición de que la competición y la lucha por el poder determinan la supervivencia y la evolución de las especies.
Aparentemente, una conclusión lógica a no ser que la misma contradiga lo que cualquier ser humano sabe por propia experiencia: el engaño nos duele profundamente, haciendo que perdamos la confianza y se creen sentimientos negativos que frustran nuestro desarrollo; y el autoengaño impide el aprendizaje y, por tanto, la evolución. Cuando debido a nuestros engaños llegamos a engañarnos a nosotros mismos, nos autodestruimos en vez de evolucionar.
Además, resulta que otros científicos han demostrado que no es la especie más fuerte y combativa la que tiene más capacidad de supervivencia sino la especie que mejor sepa adaptarse a las circunstancias cambiantes. Comparando el desarrollo y la evolución de las diversas especies, han visto que las especies que evolucionan con más facilidad y rapidez son las bacterias y los insectos.
Para que nos demos cuenta que vivir en un mundo materialista puede hacer miope a cualquiera y que los principios capitalistas pueden dejarnos ciegos… Creer que el engaño y el autoengaño serían fundamentales para la evolución humana es sólo un ejemplo de cómo el orden del mundo distorsiona nuestra visión. Sin embargo, debido a esta distorsión circulan muchísimas verdades a medias y mentiras interesadas por el mundo. Y basándonos en engaños disfrazados de certidumbres, reproducimos inconscientemente las condiciones vitales que mantienen este orden.

Pero si te ciegas o no, depende únicamente de ti. Tanto para no engañarnos como para investigar y evolucionar debemos curar nuestra miopía y ceguera y tomar conciencia de la condición humana. Nadie es infalible y para explorar y reconocer la condición humana ¿quién mejor que uno mismo? Somos quienes hemos sido e intuimos quienes somos en el fondo. Vale la pena hacer un esfuerzo para liberarnos de las ideas preconcebidas, lavados de cerebro y costumbres que determinan tanto nuestra visión del mundo como las circunstancias que creamos en él.
Los poderes del mundo se sirven del engaño y del miedo para manipular a la humanidad y aprovecharse de su trabajo y, esclavizados por el dolor y el miedo, desarrollamos aún más sentimientos negativos. Y estos no sólo alimentan al ego sino que se convierten, además, en obstáculos que obstruyen la fuente vital de lo Creativo en nuestro interior. Con lo cual se deteriora nuestro sentido crítico, nos hacemos fácilmente manipulables y perdemos nuestro libre albedrío.
No obstante, en la medida en la que nos libramos de nuestros sentimientos negativos, las cadenas de nuestro condicionamiento se van soltando y los obstáculos que obstruyen nuestra fuente interior, se van cayendo. Gracias a dicha experiencia personal aprendemos mucho sobre cómo actúan los sentimientos negativos dentro de uno mismo y qué hacen en el entorno. Quien ha experimentado eso, ve con más claridad cómo los sentimientos negativos mueven el mundo y reconoce que son las consecuencias de esa negatividad las que nos están hundiendo en la miseria.
Los sentimientos de desconfianza de “los mercados”, por ejemplo. Temen no poder subsistir porque parten de la suposición de que para ello tienen que incrementar continuamente las ganancias y la cuota del mercado. Ese temor condiciona también a los gobiernos que tratan a los mercados como padres a un niño mimado, y las consecuencias nefastas de dicho trato son las mismas.
Un niño mimado se cree el centro del mundo y piensa que, para obtener lo que necesita y ser feliz, tiene que dirigir y controlar la vida en su entorno. Sin embargo, como lo que él piensa no es lo que necesita su verdadero ser, se siente cada vez más inseguro e inquieto y se hace cada vez más insatisfecho y caprichoso. De manera que no sólo les hace la vida imposible a los padres y a los compañeros de juego, sino que el niño mismo se encuentra en un laberinto donde se siente cada vez más abandonado, ansioso e infeliz.
Debido al círculo vicioso producido por dicha dinámica, el miedo al dolor determina el curso del mundo y crea unas circunstancias que producen tristeza, inseguridad, insatisfacción, frustración, ansiedad, ira y agresividad. A consecuencia de la dinámica que rige el orden del mundo, a la humanidad le falta la libertad para realizar su verdadero ser y le falta la paz para reflexionar y encontrar la salida del laberinto que le tiene atrapada. Y los sentimientos negativos hacen que no nos fiemos de nadie, ni de nosotros mismos, y que nos enfrentemos a los problemas peleándonos, jugando con cartas trucadas y olvidándonos del amor, de la solidaridad y de la justicia.
Es muy triste ya que, en el fondo, tanto el rico como el pobre, tanto el poderoso como el desamparado, tanto el sinvergüenza como el digno, todos los seres humanos aspiramos a ser libres, a ser felices y a vivir en paz. Pero el orden del mundo obstaculiza la paz y no es más libre él que más poder tiene, ni es más feliz él que más posesiones consigue. Únicamente en la medida en la que vivamos en paz, seremos libres y felices.


¿Qué necesitamos para vivir en paz?

Afortunadamente, el vivir en paz no depende del mundo sino de nosotros mismos. Viviremos en paz siempre que podamos ser nosotros mismos y nos satisfagan las cosas que hacemos. Las cosas nos satisfacen siempre que experimentemos que nos renuevan y nos aportan energía y bienestar. Y nuestras vivencias traen paz siempre que podamos superarnos, aprender y evolucionar gracias a ellas.
Pero, con lo que está cayendo ¿cómo consigues poder hacer lo que te satisface?
De una forma tan sencilla que no solemos creérnoslo: guiándote por los sentimientos positivos y desenmascarando los sentimientos negativos en cuanto aparezcan. Dado que es la energía la que modifica la materia, la energía positiva por sí misma crea circunstancias favorables. Solemos pensar que hay que luchar y pelear para cambiar las circunstancias pero hay que amar y escuchar. Luchar y pelear hace que nos llenemos de sentimientos negativos por lo que emitimos ondas energéticas destructivas debido a las cuales se crean necesariamente circunstancias desfavorables.
Es difícil creernos eso porque parece imposible crear las condiciones que necesitamos para vivir en paz, si para ganarnos la vida dependemos de otros y de las circunstancias. No obstante, cuando reflexionamos sobre las condiciones esenciales que necesitamos para ello, mayoritariamente solemos darnos cuenta de que ninguna circunstancia impide que cumplamos con ellas.
Para poder ser uno mismo, tienes que guiarte en cada momento por lo que te sienta bien. Para encontrar y aumentar las cosas que te satisfacen, hay que vivir el presente y empezar por las cosas que te sientan bien en este momento, el camino se hace paso a paso dedicándote a ellas. Para renovarte hay que entregarte y compartir tus logros y tus alegrías; la energía y el bienestar vendrán por añadidura. Para superarte hay que afrontar cualquier sentimiento negativo que aparezca. Los sentimientos y pensamientos negativos son como estar montado en un caballo desbocado. Gastamos nuestra energía en controlar el caballo, pero éste va de un lado a otro sin llegar nunca a ninguna parte. Si te das cuenta de eso, puedes pararte, bajar del caballo y dar un paso atrás. Luego, al apartarte lo suficiente para observar, como si fuera una película, en qué consiste ese "caballo", podrás concentrarte y sólo observar de modo imparcial lo que hace ese sentimiento contigo (ver 5º círculo vicioso).
Desenmascarándolo, el sentimiento negativo se va y a su debido tiempo resolverás el problema que lo provocó y en cualquier circunstancia adversa encontrarás la forma para adaptarte sin traicionarte. Para aprender hay que escuchar y escucharte y reconocer los obstáculos. Para superarte es imprescindible ser sincero contigo mismo y respetar las propias limitaciones sin forzar nada.
Que la vida funciona así se puede aprender de muchas maneras diferentes. Personalmente, lo he aprendido gracias a los consejos de I Ching (para leer cómo explica él las razones por las que no debemos forzar nada, ver pp. 217-219 de mi libro). I Ching enseña que mientras luchemos con un problema, éste será el dueño de nuestra situación, y deja ver que sólo cuando reconozcamos y respetemos nuestras limitaciones, podremos superar los problemas con la ayuda de la fuerza vital de lo Creativo en nuestro interior.
Al reconocer el problema, lo entregamos a lo Creativo por lo que dentro de nosotros los nudos se van deshaciendo, igual que las moléculas se desintegran bajo su influencia. Si dejamos que lo Creativo haga su trabajo, recibiremos a su debido tiempo las indicaciones para dar forma a la “molécula” que necesitamos para resolver el problema. Esto será tan pronto como lo nuevo haya madurado en nuestro fuero interno y brote en nuestra conciencia.

 

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Comentarios   

 
#2 Roberto 28-04-2012 18:32
Encuentro muy interesante lo que comentas acerca de guiarse por los sentimientos positivos, y de cómo abordar los sentimientos negativos cuando aparecen, observando y sin luchar, creo que es una de las mejores maneras con las que cultivar el autoconocimient o y conducirnos a un estado de equilibrio y paz, en consecuencia a disfrutar de un enriquecimiento vivencial, que lejos de fomentar la individualidad y el sufrimiento, conseguirá que nuestras relaciones sean mucho más sanas, sinceras y compasivas con los demás y con nosotros mismos. A su vez, esa conciencia a la hora de reconocer los sentimientos parece una buena práctica a la hora de afrontar, aceptar e incluso cambiar los problemas que nos desequilibran o alteran a diario, ya sean o no, fomentados por nuestros hábitos, estilos de vida, el propio ego o el autoengaño, así como por las circunstancias y adversidades del mundo que solemos decir nos ha tocado vivir.
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#1 Sonia 28-04-2012 13:11
Menudo el tesoro Creativo que tú nos brindas en bandeja, Marian. Gracias¡¡¡ Ya tenemos las claves para sentir e inspirar la paz siguiendo las normas naturales de la vida: receptividad sincera, paciencia generosa y conciencia imparcial. Y el que asimilemos y entendamos la relevancia de ponernos manos a la obra, venciendo las dificultades que nos impone el mundo, parece que vuelve a depender de la misma quietud, confianza y apertura que se requiere para que lo Creativo actúe en nosotros y vivamos de acuerdo a nuestro ser. Si es que el principio yin-yang lo explica TODO, es como el pez que se muerde la cola¡¡¡ Mil gracias de nuevo¡¡¡
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