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¿Qué es el ego?

Publicado el Lunes, 25 Mayo 2015
Última actualización en Lunes, 25 Mayo 2015

Nos apoyamos en nuestra capacidad mental para movernos en el mundo, entender la vida, conocernos, comprender las causas de nuestros problemas y sufrimientos y para aprender de la experiencia. En cambio, nos apoyamos en el ego cuando queremos manejar la vida para satisfacer nuestros deseos e intereses según nuestros pareceres, creencias y caprichos particulares. Para manejar la vida intentamos convencer a los demás de la conveniencia de nuestras ideas y utilizamos la astucia, la fuerza y el poder para conseguir nuestros propósitos.
El ego se pone en acción cuando queremos dominar las circunstancias y manipular las personas a fin de crear un entorno al servicio de nuestros intereses particulares y partidistas. Es una fuerza destructiva que separa a las personas entre sí y les separa también de sí mismas. Impulsados por el ego, creamos un mundo de poder e impotencia que genera ganadores y perdedores, verdugos y víctimas, ricos y pobres.
I Ching explica que la condición vital de la Tierra y de sus criaturas es Receptiva. El ego se activa si "lo Receptivo quiere avanzar por sí mismo" y en toda su obra nos hace ver que a consecuencia de eso los habitantes de la Tierra pierden el camino. Mediante los hexagramas del Libro de las Mutaciones, I Ching insiste en que nuestra condición vital se determina por lo Receptivo, la fuerza complementaria de la fuerza primordial denominada "lo Creativo". Si los seres vivos no aceptan su condición Receptiva y hacen caso omiso a las directrices de lo Creativo que perciben en su interior, se vuelven desgraciados y destructivos.

El ego pretende dominar las circunstancias y el afán de dominio procede de nuestra vulnerabilidad y dependencia, junto con la falta de fe en lo Creativo. Los tentáculos del ego nos atrapan si no nos damos cuenta que el ego destruye precisamente aquellas cualidades que necesitamos para afrontar con éxito las inclemencias de la vida terrenal: las cualidades de la sensibilidad que otorga la fuerza primordial de lo Receptivo.
Nadie puede dominar las circunstancias ya que las mismas son, por definición, situaciones en proceso de cambio constante. A fin de cuentas, cualquier intento de dominio del curso de los procesos vitales resulta ser en vano. Intentando dominar manipulamos no sólo las cosas sino también las personas. Dado que cualquier ser vivo necesita libertad para ejercer su libre albedrío y realizar su ser, estos intentos de dominio son sumamente destructivos.
Preocupados por dominar el mundo, lastimamos las influencias beneficiosas que aportan las fuerzas naturales que llamamos los Cinco Elementos. Cuando dañamos sus aportaciones, sembramos inseguridad e injusticia (Metal), desconfianza y miedo (Agua), frustración e ira (Madera), prepotencia y ansiedad (Fuego), preocupación y falta de reflexión (Tierra) por lo que la vida se convierte en un campo de batalla que no da seguridad a nadie, tampoco a los "dueños del mundo".

Si para no sufrir nos insensibilizamos, reprimimos las razones del corazón y nos basamos en criterios mentales de cálculo, tanto para adaptarnos al mundo como para adaptar el mundo a nosotros. Además, hacemos eso pensando que el razonamiento calculador y los conocimientos de nuestra mente son fiables, realistas y objetivos. Creyéndonos esto, nuestra mente se hiperactiva por lo que se limita a hacer cálculos en vez de razonar libre y abiertamente. Hiperactiva, la mente no permite que nos paremos para reflexionar por lo que el torbellino de los acontecimientos nos arrastra y nuestra mente se vuelve incapaz de razonar con claridad y lógica.
Pero insensibilizados no nos damos cuenta de las limitaciones y prejuicios de nuestra mente sino, muy al contrario, nos hacemos especialistas en aparentar, manipular, engañar, justificar, hacer trampa, chantajear, encubrir,... hasta engañarnos a nosotros mismos y creernos que somos lo que aparentamos ser, es decir, la máscara que nos hemos puesto, la posición que hemos adquirido en la sociedad y las posesiones materiales que hemos conseguido.
Confiando en el poder de la mente y en el poder del más fuerte, el ser humano construye un mundo basado en intereses particulares, engaños, exclusión, explotación, luchas de poder, chantaje, corrupción,... Esta prepotencia combinada con prejuicios, deseos y temores, produce muchos errores de cálculo que el ego es incapaz de admitir, lo cual genera unas reacciones dirigidas a tapar los errores con engaños, disfrazar los engaños de ventajas, costear estas "ventajas" mediante la explotación del más débil, etc.
De esta manera el falso dominio que lo Receptivo se ha adjudicado, crea un mundo desalmado e injusto en el que proliferan los sentimientos y pensamientos negativos que alimentan al ego, tanto el ego de los verdugos como el de las víctimas.
Aunque crea una ilusión de seguridad, el ego no aporta ninguna seguridad. Para nuestra desgracia, las racionalizaciones del ego son muy engañosas y difíciles de desenmascarar. Cuando adoptamos las creencias y criterios del ego, no sólo nos ponemos una máscara que engaña a los demás, sino también nos engañamos a nosotros mismos. Liberarse de los tentáculos del ego parece casi imposible porque el ego gobierna el mundo y las víctimas de su poder adoptan sus criterios engañosos al aceptar que "el-mundo-es-así". No obstante, cualquier persona puede liberarse del poder del ego gracias a la fuerza, la constancia y la perseverancia de lo Creativo en su propio interior.

Como subraya I Ching, la fuerza primordial de lo Creativo es enorme y constante, nos empuja aunque nos opongamos y su perseverancia no deja de estimularnos nunca. Aún sin hacer caso a las indicaciones de lo Creativo en su interior, cualquier persona que reniega de ellas reacciona ante su insistencia. El egocéntrico se percata de la acción de lo Creativo cuando oye comentarios de personas que sí son receptivas. De alguna manera percibe entonces la fuerza de lo Creativo que mueve a esa persona y reacciona, con una vehemencia inexplicable, como si el otro le hubiera insultado, su constancia le crispa sin razón aparente y su perseverancia le molesta en grande.
Además, por más que la fuerza Receptiva del egocéntrico se esfuerce por olvidarse de lo Creativo, él experimenta que aquello que consigue exclusivamente con su habilidad materializadora (lo Receptivo), se vuelve cada vez más inmóvil y pesado. Al faltarles la transformación constante que se genera impulsada por las influencias e indicaciones de lo Creativo, las obras que realizamos motivados exclusivamente por el ímpetu materializador y conservador de lo Receptivo, pierden vitalidad. Esto explica por qué cualquier persona que se apoya en el ego ve la vida como una constante lucha de supervivencia, aunque tiene suficiente dinero para vivir otros 100 años. El ego se pelea con la vida, lucha contra las fuerzas vitales, haga lo que haga no se siente seguro porque lo Creativo está en todas partes "amenazando" con cambiar y renovar lo que ha logrado.

Según la medicina china, el Elemento Metal se encarga del suministro de aquello que determina las condiciones de vida en la Tierra (minerales, suelo terrestre, atmósfera, campo electromagnético), en el cuerpo (oxígeno, electrolitos, energía), en la vida (sensibilidad táctil, olfato, instinto, intuición, sentido común, sentido de la justicia). Así que, la fuerza natural llamada Trueno en el I Ching y Metal en medicina china, aporta en todos los ámbitos lo que las criaturas del planeta Tierra necesitan para sobrevivir, moverse y protegerse en las cambiantes condiciones ambientales de su hábitat.
En principio, podemos vivir tranquilos y seguros si nos guiáramos por las habilidades sensitivas que poseemos por naturaleza gracias al Elemento Metal. No obstante, en vez de utilizar estos dones innatos y tomar conciencia de su sabiduría y utilidad, los inhabilitamos obligándonos a insensibilizarnos a fin de adaptarnos al mundo. Una locura que crea y fomenta un mundo lleno de sufrimiento, conflictos, miseria, hambre, injusticia, guerras,...
Al querer dominar las circunstancias logramos todo lo contrario de lo que pretendemos. En vez de superar nuestra vulnerabilidad utilizando los dones innatos que la fuerza natural Metal renueva constantemente, desperdiciamos éstos para sustituirles por las creencias falsas del ego... aunque experimentemos que los criterios del ego fomentan el miedo a los cambios y nos llevan a creernos estar a merced de las circunstancias. Pero tácticas promovidas por el ego (como lavados de cerebro, división en clases, meter miedo, represalias, etc.) nos nublan la mente hasta tal punto que es difícil ver que son precisamente los criterios del ego los que hacen que pensemos que nuestras vidas dependen de los poderosos que dominan el mundo.

El poderoso que domina la vida es la fuerza primordial de lo Creativo. Esta fuerza es omnipresente y actúa desde el interior de cualquiera de nosotros. Empezando por observar cómo lo Creativo se manifiesta por medio de los sentidos, cualquier persona puede experimentar y explorar su sabiduría, tomar conciencia de su utilidad y decidir prestar atención y dar valor a lo que percibe gracias a sus habilidades sensitivas.
En la medida en la que respetemos, valoremos y practiquemos nuestros dones sensitivos el mundo mejorará por sí mismo, sin emplear la fuerza, sin utilizar el poder, sin manipular, sin meter miedo, sin aterrorizar. Imagínate por ejemplo lo que cambiaría si cada vez más personas respetaran las directrices de su propio sentido de la justicia. Basta con ser humano y honrado para desarrollar nuestra sensibilidad y hacer nuestro trabajo con la ayuda de las indicaciones de lo Creativo que emanan de la tranquilidad interior de cualquier persona.

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Comentarios   

 
#1 Yudi 01-06-2015 10:07
Es una reflexión muy sabia, sencilla y de fácil lectura. Considero que soy una persona de suerte por conocerte y cruzarse en mi vida el I Ching.
Un beso. Gracias
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