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La cruda realidad

Publicado el Domingo, 11 Diciembre 2011
Última actualización en Viernes, 30 Noviembre 2012

El mundo funciona del mismo modo que el cuerpo. Si el mundo no se adapta a las leyes de la vida, contrae igualmente enfermedades y si no las cura entra en crisis. Por eso, cuando estamos en crisis hay que indagar cuáles son las leyes vitales que hemos transgredido.
Con respecto a la crisis económica es sobre todo el pueblo el que se pregunta eso. En la calle se comentan muchas cosas que son de sentido común, sin embargo, no les hacemos mucho caso porque no está en nuestras manos cambiar esas cosas. En vez de escucharnos, los poderosos dejan que el mundo siga su curso pernicioso, convencidos de que la macro-economía se rige por leyes más complicadas. La dinámica vital muestra, sin embargo, que las complicaciones se deben a la inconsciencia y al desconocimiento de las leyes universales que rigen la vida. Infringimos dichas leyes cuando manipulamos el desarrollo natural de las cosas según nuestros intereses temporales. Y cuando infringimos las leyes universales, las cosas se tuercen y se complican. Luego, somos nosotros los que complicamos las cosas, no unas supuestas leyes supremas que regirían lo que llamamos la macro-economía. 

Todo en la vida se rige por leyes naturales y estas leyes sí son de sentido común. Por ejemplo, no se puede gastar lo que uno no tiene, y no es probable que te hagas rico jugando a la lotería. Si vivimos de dinero prestado nos hacemos cada vez más pobres y si invertimos nuestro dinero en juegos de azar perdemos nuestro patrimonio. Por más sistemas de cálculo ilusorio, cuentas maquilladas y pronósticos artificiosos que nos inventemos para engañar al destino, éste se cumplirá más tarde o más temprano.
Lo que pasa y lo que ha pasado siempre, es que los ricos y poderosos no se dan cuenta de esta realidad porque es el pueblo el que sufre las consecuencias de los sistemas engañosos del poder. Los ricos siguen especulando en Bolsa y guardando su dinero en paraísos fiscales, en vez de invertirlo en la economía real, pagar precios justos por los servicios del pueblo, contribuir a una administración equitativa del bien común y colaborar en el desarrollo de una organización justa de la sociedad.
Los ricos y los poderosos se apoyan y se protegen mutuamente mientras que el pueblo se queda en el paro. Sin embargo, si el pueblo no trabaja, no puede producir ninguna riqueza ni puede pagar los impuestos que los gobiernos necesitan. Y mientras el Estado se empobrezca, será incapaz de cumplir con sus obligaciones para con el pueblo.
Las leyes de la macro-economía nos han hecho adoptar muchas costumbres perniciosas que benefician al gran capital pero perjudican al trabajador. Dejamos que convirtieran las personas en consumidores y las condiciones humanas en gastos. Y al no hacer caso a nuestro sentido común, hemos dejado que tuviera que cumplirse el destino de la codicia. Ahora tropezamos con la cruda realidad, una realidad asocial y anti-comunitaria en la que los gobiernos sacrifican las condiciones vitales y laborales del pueblo intentando dar “confianza al mercado”.
Debido a las exigencias del “mercado”, en la sociedad crecen los sectores donde las personas no cobran un precio justo por su trabajo, donde las condiciones laborales son indignas, donde se malogran las potencialidades humanas, donde se desperdicia el capital humano, donde se malgasta el dinero, donde se da más valor a las cosas que a las personas, etc. Y son cada vez más las personas que viven en circunstancias infrahumanas.
Esta realidad la sufre el pueblo en cuerpo y alma. Por eso, las personas que no tenemos ni dinero ni poder, nos indignamos, nos cabreamos y reflexionamos. En cambio, los ricos y poderosos que se han guiado siempre por las leyes del mercado en vez de por las leyes de la vida, no reflexionan ni cuestionan el sistema económico que ha traído esta crisis.
Basándose en las leyes del mercado, los gobiernos toman decisiones dirigidas a satisfacer los intereses mercantiles. Y para pagarlo ordeñan al pueblo que tiene mermadas sus oportunidades para ganarse la vida dignamente. Es imposible superar la crisis de esta manera. Hay mucho trabajo que hacer, lo que no hay es dinero para pagarlo. Y dinero hay, pero acumulado y mal gestionado debido a los criterios capitalistas. 
Los gobiernos actúan como si no hubiera un sistema económico mejor. Pero que no lo conozcamos no significa que no lo haya. Somos una especie imaginativa y creativa. Cuando se cierra una puerta, se abre otra. Para encontrar la puerta que está abierta, hay que pararse y reflexionar con la mente abierta, no reproducir los mismos patrones.
Probablemente ha llegado la hora de tomar en serio nuestro sentido común y sentido de la justicia. Las normas de dichos sentidos las reconocemos todos (si somos sinceros con nosotros mismos), ya que sus normas provienen de leyes universales que, en el fondo de nuestro ser, conocemos. Y la vida enseña todos los días que basándose en dichas normas, se puede solucionar cualquier problema de convivencia, aprender de los errores y encontrar nuevos caminos. Seguramente sirven también para desarrollar un sistema económico que funcione mejor.

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Comentarios   

 
#1 Maribel Martinez San 21-12-2011 11:36
¿Hasta donde tiene que llegar el Ser humano para darse cuenta de que así no podemos seguir? ¿A que nivel de destrución para comenzar de nuebo? Evidentemente se prevee un gran cambio en todos los sentidos. Cambio en la escala de valores, a partir de que esto ocurra, las prioridades serián otras y surgiría una nueba civilización que ya se está gestando. Esperemos que sea para mejorar la vida de la imensa mayoria del planeta.
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