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Si supieramos confiar en el orden de la vida...

Publicado el Miércoles, 25 Abril 2012
Última actualización en Viernes, 30 Noviembre 2012

¡Ojalá se incrementara la cantidad de personas que se dan cuenta de que el poder vivir guiándose por sus sentimientos positivos no es ningún lujo ni privilegio sino el camino que lleva automáticamente a una mejoría sustancial tanto de nuestras condiciones de vida como de la calidad de nuestros trabajos!
Que esto es así lo explica el hecho de que el miedo al dolor y los sentimientos negativos consiguientes forman obstáculos que obstruyen la fuente vital de lo Creativo en nuestro interior. Y son precisamente las indicaciones de lo Creativo las que llevan a descubrir y a activar nuestras potencialidades. Para percibir dichas indicaciones y recibir los estímulos que afluyen hacia nosotros desde las profundidades de las fuerzas Creativas, es imprescindible que encontremos el camino guiándonos por lo que nos sienta verdaderamente bien. 

De pequeños solemos tener una conexión fluida con lo Creativo por lo que los niños sí recurren espontáneamente a su fuerza interior cuando sufren o se preguntan cosas. Esto lo observamos, por ejemplo, cuando están muy afectados por un conflicto con otro niño. Una vez consolados y calmados, recuperan su sonrisa rápidamente y vuelven a jugar con el mismo niño, sin problemas, sin rencores y sin sentimientos negativos. ¿Qué les da lo Creativo para encontrar la solución idónea a sus problemas? Nosotros, los adultos, les podemos dar miles de consejos y no lo conseguimos…
No obstante, lo que lo Creativo les da a los niños, nos lo da también a los adultos siempre que nos tranquilicemos, nos escuchemos y sigamos las indicaciones que afluyen hacia nosotros desde nuestro interior. El orden del mundo ha hecho que nos apartáramos del estado de gracia que disfrutábamos siendo niños. Pero esto no quita que el orden de la Vida exista y que sus leyes se impongan antes o después.
Al adaptarnos al mundo, el orden impuesto por el hombre nos enseña que para sobrevivir hay que sacrificarse y traicionarse. Por eso, lo que hacen los demás seres vivos por naturaleza, adaptarse a las circunstancias cambiantes sin perder la esencia de su ser, se ha convertido en todo un reto para el ser humano. El vivir fiel a tus valores esenciales no es nada fácil en la vida laboral y hacerlo suele ser el fruto de una decisión difícil y sopesada que tomamos conscientemente debido a sus riesgos.
A primera vista, es bastante extraño y contradictorio que la única especie capaz de adaptar su entorno vital a sus necesidades específicas, piense que para adaptarse a las circunstancias tendría que traicionarse y renegar de su verdadero ser. Pero pensándolo más despacio, uno se da cuenta de que lo segundo es consecuencia de lo primero.
Experimentando que tenemos la capacidad de modificar las cosas en el entorno para vivir más cómodamente, basta con dar sólo un paso en falso para llegar a pensar que todas las cosas son modificables. Entonces, incluimos la naturaleza, los demás seres vivos y las personas de otra familia, de otra opinión, de otra clase social, de otra religión, de otro país, de otro…, siempre que ellos estén más indefensos que nosotros mismos.
Y pensando que tiene el derecho de modificarlo todo, el ser humano puede llegar a modificar incluso los propios hijos según los deseos personales e intereses particulares por lo que no es de extrañar que estos hijos vayan a pensar que, para sobrevivir, no hay más remedio que traicionarse.

Nos justificamos comparando los métodos inhumanos que empleamos, con lo que ocurre en el reino animal. Pero ¿qué es lo que ocurre en la naturaleza? Igual que nosotros, los animales salvajes dependen de las circunstancias en su entorno para sobrevivir pero, al contrario de nosotros, ellos se guían por lo Creativo para descubrir lo que tienen que hacer para sobrevivir. Resulta que una especie evoluciona en la medida en que sus miembros busquen nuevos caminos y encuentren nuevas formas para adaptarse a las circunstancias adversas. Los que no encuentran un nuevo camino se mueren, y los que sí lo encuentran sobreviven evolucionando.
En el curso natural de la Vida el “sobrevivir” no es un estadio intermedio entre vivir y morir como en la vida humana, sino la fase transitoria entre adaptarse a las circunstancias adversas o morirse. Cuando viven en circunstancias adversas, los animales sufren, se debilitan y luego, bien se sobreponen o enferman. Superarán esta fase transitoria sólo los más aptos, en cuanto descubran nuevas cosas que resultan ser útiles y modifiquen su conducta desde dentro, es decir: “al cambiar su forma de ser guiados por lo Creativo”.
Guiados por lo Creativo, también los seres humanos actuamos espontáneamente de acuerdo con el curso natural de la Vida y descubrimos que la inteligencia de la Vida es infinitamente más sabia que cualquier ser humano. Todos los seres vivos y cada animal salvaje tienen su propia conexión con dicha sabiduría gracias al principio vital de lo Creativo, que dirige e inspira sus vidas desde el interior de cada uno. Y también los seres humanos tenemos dicha conexión con la inteligencia de la Vida, aunque reneguemos de ella pensando que, para sobrevivir, más vale adaptarse al mundo.

Para aprender algo nuevo hay que explorarlo, reconocerlo y hacerlo tuyo y para ello nos preguntamos cosas, desmontamos lo establecido, lo combinamos con cosas conocidas y volvemos a montarlo todo de tal manera que se facilite la asimilación de lo nuevo. Para hacer esto, “algo” hay en nuestro interior que es imprescindible para aprender cosas nuevas.
I Ching denomina este “algo” lo Creativo cuya función la describe así: dirigir, estimular e inspirar las transformaciones requeridas. Cada vez que nos preguntamos algo, entregamos a la fuerza vital de lo Creativo nuestra duda, nuestro desconocimiento, nuestra incapacidad, nuestro problema, nuestro dolor,... Y para percibir su respuesta, tenemos que concentrarnos y escucharnos tomando en serio lo que sentimos, lo que intuimos y lo que pensamos.
Es decir, para percibir la ayuda de lo Creativo hay que ser como la fuerza vital de lo Receptivo. Siendo receptivos, los seres humanos somos capaces de inventar cosas nuevas y crearlas. Siendo receptivos nos inspiramos para hacer obras de arte. Siendo receptivos nos abrimos interiormente, somos sinceros con nosotros mismos, nos entregamos, nos tomamos en serio y nos comprometemos. Siendo receptivos nos guiamos por lo mejor del ser humano: nuestro amor, solidaridad y sentido de la justicia.
Únicamente siendo receptivos recibimos la ayuda de lo Creativo. Por eso, para vivir regenerándote, vitalizándote y evolucionando es fundamental escuchar escuchándote y ser sincero contigo mismo y para aprender de las vivencias compartidas es importante que cada uno exprese sus verdaderas intenciones y su sincero sentir. De esta manera nos adaptamos a los cambios en el entorno desde dentro, por lo que la fuerza vital de lo Creativo dirige las requeridas modificaciones de nuestra actitud y conducta de acuerdo con nuestro verdadero ser.

Pero al parecer, el ser humano es muy reacio a cambiar. En vez de adaptarse a los cambios en el entorno, intenta conseguir que el entorno se adapte a él. Y como no somos los dueños de la naturaleza ni de nadie, siempre que pretendemos serlo experimentamos que “la ira de Dios” cae sobre nosotros. Luego, sufrimos la ira de la fuerza de la Naturaleza, ya sea la naturaleza que nos rodea, la naturaleza de un niño, la naturaleza de una madre, la naturaleza del vecino, la naturaleza del pueblo, nuestra propia naturaleza,...
I Ching advierte que cuando quebrantamos la norma del principio Yin-Yang, se producen fenómenos destructivos que nos enseñan “los Principios de la creación activa”. La ley del universo dicta que lo Creativo es el director e impulsor de la interacción entre el Yin y el Yang, dado que “lo Creativo se guía por el mandato del Tao y lo Receptivo se guía por el propósito de lo Creativo”.
Por eso, por naturaleza nos sentimos en paz siempre que dejemos que lo Creativo tome su tiempo para transformar las cosas en nuestro fuero interno y procuremos entregarnos para percibir sus indicaciones, escuchando con paciencia y actuando con sinceridad.
La condición vital de toda la Creación se determina por el principio primordial de lo Receptivo, dice I Ching. Siendo receptivo y abriéndose a las intenciones que surgen de su fuero interno, cada ser vivo se entrega por instinto a las indicaciones de lo Creativo por lo que sabe qué hacer en cada momento. Igual que todos los demás seres vivos, también tú, yo y todos los seres humanos somos capaces de dar forma al propósito divino. Observando a los niños, vemos que por naturaleza lo hacemos, siempre y cuando nos permitan y nos permitamos entregarnos a la dirección de lo Creativo en nuestro interior.

Los fenómenos destructivos los provocamos, únicamente, cuando quebrantamos la norma del principio Yin-Yang, es decir, cuando pretendemos que la Naturaleza obedezca a nuestros deseos. I Ching dice así: “Esta norma no cambiante aparece sobre los hombres de forma aplastante, con toda su grandeza y su fuerza, y en toda su desconcertante variedad y multiplicidad. Estos fenómenos destructivos no tratan de una necesidad impuesta por el exterior, sino de una inminente animación orgánica que actúa por sí misma en libertad.”
A primera vista, esto suena también enigmático pero sabiendo que la física cuántica demuestra que es un hecho que la energía modifica la materia, y que la bioquímica muestra que lo sustancial se va formando y transformando a partir de los bioelementos, se facilita que nos imaginemos a qué se refiere I Ching con “la inminente animación orgánica”. Nadie tiene la culpa de estos fenómenos destructivos ya que se deben a la ley del universo que rige el comportamiento de la naturaleza. Si no respetamos dicha ley, somos nosotros mismos los que provocamos los fenómenos destructivos consiguientes.
Por ejemplo, cuando no respetamos la naturaleza del otro, no es él quien provoca un fenómeno destructivo sino que somos nosotros los que hemos provocado este fenómeno con nuestra actitud. Cuando un sistema educativo no respeta la naturaleza de los niños, no son ellos o los maestros los que provocan el fracaso escolar sino ese sistema. Cuando no respetamos que, por naturaleza, cada ser humano necesita vivir dignamente, no son los humillados o los desamparados los que provocan fenómenos destructivos sino nuestra soberbia y avaricia.
Siempre y cuando no respetamos la naturaleza de alguien o cuando no respetamos la naturaleza de algo, provocamos irremediablemente fenómenos destructivos. En la medida en la que tomemos conciencia de este hecho, aprenderemos de nuestros errores y conflictos y de nuestras crisis y guerras e iremos comprendiendo los “Principios de la creación activa”, asegura I Ching.
Afortunadamente, siempre que nos guiamos por nuestro verdadero sentir y por nuestro sentido de la justicia y sentido común, distinguimos perfectamente cuáles son las exigencias provenientes de la naturaleza humana y cuáles provienen de deseos ilegítimos. Gracias a ello sabemos crear un ambiente de paz en la vida privada y solemos educar a los hijos respetando su naturaleza y sin mimarlos, por ejemplo. Y si surgen fenómenos destructivos, normalmente, nos preguntamos a qué se deben para determinar lo que tenemos que cambiar.

Con respecto al orden del mundo, sin embargo, solemos pecar de dejadez. Aunque sepamos perfectamente lo que es legítimo y lo que no, solemos procurar esforzarnos por adaptarnos al orden del mundo. De esta manera, no obstante, creamos sentimientos negativos y, poco a poco, estos van a determinar nuestro comportamiento por lo que se obstruye cada vez más la conexión con lo Creativo en nuestro interior.
A consecuencia de dicha dinámica obstructiva llegamos a engañar al otro, a dejarnos engañar por él y a engañarnos a nosotros mismos. Y engañándonos, es imposible comunicarnos con lo Creativo en nuestro interior por lo que nos perdemos en el laberinto del mundo y entramos en un círculo vicioso que consume nuestra vitalidad y nuestra paz interior.
¡Ojalá nos diéramos cuenta de que el orden del mundo no es en absoluto lo mismo que el orden de la Vida! Podríamos cambiar el mundo si nos adaptáramos al orden de la Vida y dejáramos que la fuerza vital de lo Creativo nos dirigiera e inspirara.
Cambiaríamos el mundo porque siempre que nos guiemos por lo que sentimos en el fondo de nuestro ser y nos entreguemos con sinceridad y humildad a los estímulos que afluyen hacia nosotros desde las profundidades de las fuerzas Creativas, encontraremos lo que necesitamos para realizarnos y cultivar nuestra energía positiva. Y gracias a la ley universal del principio Yin-Yang, de esta manera se forman automáticamente ondas energéticas positivas que la inminente animación orgánica utiliza para crear las condiciones vitales constructivas que la inteligencia de la Vida indique.

¡Ojalá cada vez más gente descubra el tesoro que llevamos en nuestro interior! No somos conscientes del gran poder creativo que tenemos cada uno de nosotros. Empleamos este poder destructivamente siempre que alimentamos al ego con nuestros sentimientos negativos. En cambio, siempre que nos nutrimos de nuestros sentimientos positivos, alimentamos a lo Creativo en nuestro fuero interno y dicha fuerza vital posee un increíble poder constructivo. Si supiéramos supeditarnos a este poder, cambiaríamos el mundo pacíficamente...

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