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Glosario


I Ching, el Libro de las Mutaciones, es una obra milenaria china cuya versión original fue escrita durante la dinastía Xi o Shi (2205-1767 a. C.) por sabios que “eran capaces de abarcar con su visión el conjunto de todos los movimientos bajo el cielo”. Me refiero a dichos sabios siempre que empleo el título “I Ching” como nombre propio.

Lo Creativo es el nombre que se da en dicha obra al principio vital Yang. Lo Creativo es el transmisor de la “energía del Tao” y, en general, indica el principio primordial de la movilización y transformación. Sin transformación, cualquier forma de vida se volvería inerte, así que, la transformación y la formación constituyen los dos principios vitales básicos. El principio Yin-Yang de la medicina china se refiere a este hecho.
El I Ching fue escrito para guiar a la humanidad, enseñándole las leyes supremas a las que la vida está sujeta para que juguemos nuestro papel constructor en la Creación. Para cumplir con su misión particular, lo Creativo actúa en todas y cada una de las manifestaciones de la vida. Y según I Ching, en el ser humano actúa mediante el amor, las normas morales de nuestra especie (humanidad) y el sentido de la justicia, de manera que la energía del Tao nos guía desde el interior de cada uno.
Según I Ching, lo Creativo es la energía originaria, luminosa, espiritual, fuerte y activa del Tao que promueve, inspira y dirige las transformaciones a las que cada ser vivo está sujeto. Siendo receptivos, percibimos las indicaciones de dicha energía abriéndonos interiormente a los sentimientos positivos y siendo sinceros con nosotros mismos. A esta actitud se refiere “lo Receptivo”, la fuerza complementaria Yin del principio Creativo Yang.

Lo Receptivo, es la disposición de entrega a las intenciones transformadoras de lo Creativo así como la capacidad de materializar las mismas en una forma consistente, concreta y palpable. Según I Ching, todos los seres somos la materialización de nuestra energía espiritual. Por eso, sólo podemos realizarnos y sentirnos en paz con nosotros mismos, dando forma a lo que sentimos en el fondo de nuestro ser.
Cualquier persona percibe gracias a sus sentimientos profundos las intenciones de lo Creativo, así que, para recibirlas hay que abrirse interiormente. Lo Creativo interactúa continuamente con lo Receptivo y entregándonos a sus indicaciones, nos renovamos constantemente. Esto se debe al principio Yin-Yang que posibilita el “constante re-engendramiento de la vitalidad de la viviente manifestación de la energía del Tao”.

El principio Yin-Yang se refiere a la interacción entre lo Creativo y lo Receptivo. Dicha interacción existe en todos los ámbitos dado que ninguna forma de vida puede subsistir a no ser que se transforme y vuelva a formarse. La vida en sí misma es un proceso, un proceso infinito de formación y transformación. De ahí que nuestra vitalidad disminuye, por ejemplo, si nos dejamos llevar por miedo a los cambios.

Los Cinco Elementos se refieren a las cuatro fuerzas naturales primordiales que ejercen determinadas influencias sobre el quinto Elemento: el planeta Tierra. Dichas fuerzas son el agua, el sol, el viento y el suelo terrestre. Según I Ching y la medicina china, estas fuerzas de la naturaleza determinan no sólo las condiciones vitales en nuestro planeta sino el estado vital de cada una de las criaturas que vivimos en él. Para dar una idea de las aportaciones que los seres humanos recibimos de las fuerzas de la naturaleza, viene a continuación un resumen de sus cualidades globales.

El Agua salvaguarda, nutre y estimula la germinación del ser esencial que se dirige por lo Creativo del Cielo, dando dirección, inspiración y constancia a la vida personal. Las influencias Creativas nos renuevan continuamente y estimulan la concentración, perseverancia y humildad, aportándonos confianza en la vida y en nosotros mismos.

El Fuego corresponde al amor y a la mente. Dirigiéndose por lo Receptivo de los sentimientos positivos, la mente se abre a lo Creativo de nuestro ser esencial (Agua) y desarrolla su capacidad de razonamiento lógico de manera que tomemos conciencia de nuestra esencia espiritual y de nuestro entorno y que adquiramos conocimientos.

El Viento (Elemento Madera) corresponde a los procesos orgánicos naturales y al alma que dan forma a nuestra esencia espiritual, inspirándose en nuestras vivencias en el mundo (Trueno). Nutrido por el Agua, el Viento es la fuerza vital que da forma a las intenciones de la energía originaria del Tao, expresándose éstas mediante los valores morales que determinan nuestro verdadero ser. Y nutriendo al Fuego, el Viento hace que el amor y la mente propaguen dichos valores capacitándonos para realizarnos adaptándonos al entorno sin perder el rumbo dictado por nuestro ser eterno.

El Trueno (Elemento Metal) corresponde a las condiciones ambientales del planeta: el campo electromagnético, la atmósfera y los minerales que determinan nuestro hábitat, y análogamente corresponde a las condiciones vitales en nuestro entorno y en el mundo. El Trueno es la fuerza vital que nos despierta del letargo y hace que mantengamos nuestras vidas en orden al transmitir la voluntad divina mediante todo tipo de sensaciones procedentes del instinto, la intuición, la percepción táctil y sensitiva, el sentido común y el sentido de la justicia. Y como el Trueno se nutre del Fuego, éste hace que tomemos conciencia de la voluntad divina.

El Lago y la Montaña (Elemento Tierra) corresponden a la actitud de auto-realización y reflexión que determina el estado vital de cada individuo. Conscientes de nuestras sensaciones durante nuestras vivencias, las influencias del Trueno interactúan con las de los procesos orgánicos regidos por el Viento que nos mantienen conectados a nuestro verdadero ser. Y el Trueno nutre al Agua con la inseguridad, el sufrimiento, el desasosiego, la confusión y las dudas producidas por nuestras vivencias, facilitando de esta manera que se active lo Creativo del Agua en nuestro interior para aportar lo que necesitamos y encontrar nuestro camino personal en la vida.

La inminente animación orgánica de la que I Ching habla, es la reacción automática que se debe al funcionamiento de las leyes universales. Por ejemplo, debido a la ley de la gravedad nuestros pies se apoyan en el suelo. Pero cuando perdemos el equilibrio, nos caemos al suelo debido a la inminente animación orgánica. Cayéndonos aprendemos a respetar las normas de la ley de la gravedad e igualmente es el caso con las demás leyes universales. Si no respetamos sus normas nos hacemos daño y, haciéndonos daño, buscamos la causa y aprendemos de la vida.

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