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Introducción

Publicado el Lunes, 19 Agosto 2013
Última actualización en Sábado, 11 Octubre 2014

(Contenido ampliado: 13-09-2014) Al principio del verano 2013, la vida me confrontó por tres vías diferentes con el hecho de que existe una versión del bagua original basada en interpretaciones absolutamente contrarias al sentido del mismo. En el plazo de una semana me regalaron y me enseñaron libros en los que se utiliza el bagua original de la época de Fu Hsi pero alterado su significado. Al indicar la dirección del movimiento colocando en el centro de la secuencia de trigramas una “s” que va del trigrama Cielo (lo Creativo) al trigrama Tierra (lo Receptivo), se profana el sentido del bagua. Vamos a ver por qué la dirección indicada por esta "s" va en contra de la dinámica vital y qué consecuencias tiene eso para la comprensión de la misma.

La “s” que se colocó en alguna época de su historia en el bagua, sugiere que la Tierra recibe y concretiza la energía del Cielo directamente en su estado Lago, sin abrirse de modo Receptivo (trigrama Tierra) hacia lo Creativo (trigrama Cielo). Probablemente, la dirección indicada por la "s" parte de una interpretación errónea del trigrama Cielo en el bagua hecho por el rey Wen, el denominado bagua del “Cielo Posterior". Según determinadas interpretaciones de este último bagua, el trigrama Cielo corresponde, junto con el trigrama Lago, al Elemento Metal por lo que se introdujo una gran confusión sobre lo Creativo del Cielo, al identificar la fuerza espiritual del Cielo que es energética y eterna, con el Elemento temporal que determina la masa y la potencia gravitatoria y bipolaridad del planeta así como las circunstancias cambiantes de la vida terrenal.

Por ejemplo, José Luis Padilla Corral dice en su "Tratado de Medicina Tradicional China" (Libro tercero: El octograma de Fu Shi, pp. 207 a 211) lo siguiente: "Según la secuencia del Emperador Fu-Shi todo comienza con la máxima expansión, las tres líneas enteras (trigrama Cielo). A partir de ahí se va a generar todo un proceso de concretización hasta llegar a partida-partida-partida (trigrama Tierra)." Este proceso de concretización se haría mediante un movimiento que, según Padilla, recorre un trayecto que baja del Cielo pasando por el Lago y el Fuego hacia el Trueno, y sube desde ahí al Viento donde vuelve a bajar, pasando por el Agua y la Montaña hacia la Tierra. Para así (cito lo que dice en p. 211): "llegar al punto culminante de la expansión del Yang en tres actitudes: el Cielo, el hombre y la Tierra que se convierten en el opuesto y complementario. Hemos partido del Principio Masculino que anima el Yang, para llegar al Principio Femenino que anima el Yin."
I Ching dice, sin embargo, que las fuerzas naturales se generan gracias a la unión de lo Creativo (trigrama Cielo) y lo Receptivo (trigrama Tierra). Gracias a su condición Receptiva, la Tierra se abre hacia lo Creativo por lo que el planeta concibe y genera sus "hijos": las fuerzas primordiales de la naturaleza que, interactuando entre sí, crean las condiciones necesarias para la generación de la vida evolutiva que se desarrolla en los estados Lago y Montaña del Elemento Tierra. Según la información anterior a la redacción del I Ching que ha llegado a nuestro tiempo (ver "Discusión de los Trigramas", pp. 352 y 362), el primer hijo (Yang) fue el Trueno y la primera hija (Yin) el Viento, el segundo hijo (Yang) fue el Fuego y la segunda hija (Yin) el Agua, el tercer hijo de la Tierra fue su estado Creativo "Lago" y la tercera hija fue su estado Receptivo "Montaña".
El movimiento en forma de "s" en el que, entre otros, Padilla se basa, es producto de una interpretación que omite la interacción fundamental entre lo Creativo del Cielo y lo Receptivo de la Tierra. Suponer que lo Creativo del Cielo se manifiesta en primer lugar en el estado "Lago", en vez de crear primero las fuerzas primordiales de la naturaleza, es una muestra de la osadía de la mente humana. En alguna época de la historia del bagua de Fu Hsi se aceptó una interpretación incitada por la serpiente que hizo que Adán y Eva se autoexcluyeran del paraíso, la serpiente que surge al confiar en los criterios temporales de la Mente, en vez de tomar conciencia de los valores de lo Receptivo del Corazón.
El egocentrismo de la Mente puede hacernos pensar que, sin hacer uso de su condición Receptiva (trigrama Tierra), la Tierra (planeta y vida evolutiva) materializa en su estado vital Lago la voluntad de lo Creativo del Cielo. Sin embargo, este modo de pensar es igual a olvidarse del espíritu humano y entregar el mando de nuestras vidas a la mente racional, pretendiendo que nuestra capacidad de razonamiento y cálculo basta para organizar la vida, solucionar nuestros problemas y conseguir nuestros objetivos. Para nuestra desgracia, el resultado de esta forma de pensar se refleja en el mundo conflictivo que hemos creado. Además, la doctrina basada en una interpretación mental del bagua de Fu Hsi nos priva de su sentido: la visión global que permite entender el funcionamiento del sistema armónico que crea una dinámica universal con propiedades autorreguladoras capaz de mantener el equilibrio Yin-Yang, tanto en el planeta y en el cuerpo como en la vida humana.
 
La secuencia de trigramas en el bagua original muestra la constante regeneración de la vida en el planeta Tierra gracias al principio Receptivo (trigrama Tierra) y la receptividad de sus habitantes. Al ser Receptiva, la Tierra se abre hacia lo Creativo del Cielo por lo que la energía Creativa penetra en la Tierra, fecundándole a ésta (ver I Ching: hexagrama 11, La Paz). Luego, las fuerzas de la naturaleza surgen del interior del planeta Tierra y mantienen su vitalidad gracias a la constante interacción entre lo Creativo (Yang) y lo Receptivo (Yin). Los hijos (Yang) y las hijas (Yin) de la Tierra son símbolos de las fuerzas complementarias que nutren, regulan y regeneran la biosfera terrestre y renuevan igualmente las condiciones espacio-temporales de cualquier ser vivo. La constante interacción entre lo Creativo del Cielo y lo Receptivo de la Tierra genera un movimiento natural y fluido que se autorregula gracias a la dinámica Yin-Yang entre las fuerzas complementarias, representadas por los ocho trigramas.

Según la información que viene en el Libro segundo del I CHING traducido por Richard Wilhelm, tanto la propia obra como el bagua se hicieron a fin de instruir la humanidad sobre el funcionamiento de la vida. Para ello los antiguos sabios hicieron la secuencia de los ocho trigramas en el bagua de manera que se veía cómo interaccionan entre sí las fuerzas complementarias, las fuerzas Yin y Yang situadas una frente a la otra en el bagua. En la doctrina que aplica el bagua de Fu Hsi pero con una “s” colocada en medio, se sugiere que el movimiento de la “s” viene dado por I Ching, pretendiendo justificar dicho movimiento basándose en interpretaciones y racionalizaciones que no tienen nada que ver ni con el espíritu ni con la materia de dicha obra. 

Bagua-I-Ching

La secuencia de trigramas en el bagua original

Lo primero que I Ching enseña en el Libro de las Mutaciones es que el ser humano debe reconocer y respetar que su condición vital se determina por el principio Receptivo, igual que la del planeta Tierra y todos los demás seres vivos. Siendo Receptivo, el ser humano tiene que (aprender a) dejarse guiar por lo Creativo del Cielo a fin de vivir en todo momento de acuerdo con las leyes universales.
La segunda enseñanza muestra que encontramos nuestro camino en la vida siguiendo las indicacions de nuestro sincero sentir, ya que únicamente así se puede conectar con lo Creativo del Cielo que actúa en el interior de cada ser.
Lo tercero es que lo que percibimos como "nuestro camino" es un camino que cada persona sólo puede vislumbrar por sí misma, yendo pasito a pasito siendo leal a su sincero sentir y respetando el "Tao del hombre": las normas universales del amor y del sentido de la justicia (ver I Ching, p. 351, § 2). "Yendo por este camino el ser humano logrará una duradera concordancia con la gran armonía, el Tao," asegura I Ching.

Al entregarse y seguir a lo Creativo, alcanza la posición duradera que le cuadra. Si lo Receptivo quisiera avanzar por sí mismo, se desviaría de su índole natural y perdería el camino,” dice I Ching (p. 480). Dicho principio primordial lo va aclarando y explicando desde diferentes ángulos (8x8) en cada uno de los 64 hexagramas del Libro de las Mutaciones. Estos hexagramas tratan de los continuos cambios a los que la vida humana está sujeta para renovarnos, vitalizarnos y evolucionar.

El fundamento del Libro de las Mutaciones ya estaba dado en tiempos del rey Wen (ver I Ching p. 375) en cuya época se redactó la versión del I Ching que conocemos (ver p. 352). Afortunadamente, Richard Wilhelm rescató mucha información de épocas anteriores a la redacción de la versión de esta obra que tradujo para Occidente. Era una de las versiones que había sobrevivido hasta el siglo XX, cuando él conoció el I Ching viviendo en China. Durante más de veinte años Richard Wilhelm estudió El Libro de las Mutaciones con un sabio chino y lo hizo con los más renombrados eruditos chinos de la antigua escuela cuando, después de la revolución china en 1911, Tsingtao se convirtió en residencia de buen número de ellos hasta que aquella región fue conquistada también.
A no ser por la recogida de toda clase de información en el Libro segundo de su traducción del I Ching, habría sido imposible profundizar en el legado de los investigadores que hicieron el bagua y El Libro de las Mutaciones en la época de Fu Hsi, fundador de la dinastía Xi o Hsi (2205-1767 a.C.). Y a no profundizar en dicha obra, probablemente no me habría dado cuenta de la grave profanación que está sufriendo el bagua que hicieron a fin de aclarar el sentido de los cambios a los que la vida en la Tierra está sujeta.
Ahora que sí me he dado cuenta, siento la obligación de resarcir en lo posible el daño causado por la inconsciente manipulación de su obra. Para ello primero voy a presentar a las personas que hicieron el Libro de las Mutaciones, transcribiendo del Libro segundo del I Ching la información que Richard Wilhelm recopiló sobre ellas:

“Los santos sabios de tiempos antiguos que hicieron el Libro de las Mutaciones, quisieron escrutar los órdenes de la ley interior y del destino.” (ver I Ching p. 351)
“Eran capaces de abarcar con su visión el conjunto de todos los movimientos bajo el cielo. Contemplaban de qué modo éstos coincidían y se enlazaban a fin de seguir su curso según sus ordenamientos eternos.” (p. 392)
“Obraron en sí mismos la concordancia con el Tao y su Virtud y de acuerdo con ello establecieron el orden de lo recto. Al penetrar con el pensamiento el orden del mundo externo hasta el fin, y la ley de su propia interioridad hasta el núcleo más profundo, arribaron a la comprensión del destino.” (p. 349)
“El Libro de las Mutaciones contiene la medida de Cielo y Tierra; por eso es posible abarcar y estructurar con él el Sentido (Tao) de Cielo y Tierra.” (p. 381) Dicha medida dicta las leyes a las que la vida está sujeta. Respetándolas, jugamos nuestro papel constructor en el mundo: “Pues el destino puede ir formándose cuando se conocen sus leyes. La causa por la cual es posible enfrentar el destino es el hecho de estar la realidad siempre condicionada, determinada por condiciones espacio-temporales.” (p. 384)
“En él (el Libro) se encuentran las formas y los ámbitos de todas las configuraciones del Cielo y de la Tierra, de modo que nada se le escapa. En él se hallan todas las cosas del contorno, de modo que no falte ninguna de ellas. Por eso por su intermedio puede penetrarse en el Sentido del día y de la noche al punto de comprenderlo. Por eso el espíritu no está ligado a sitio alguno, y el Libro de las Mutaciones no está ligado a ninguna forma.” (ver I Ching p. 384) 

 

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Comentarios   

 
#1 Marian 14-09-2014 11:05
Gracias a la consulta de una usuaria, me he dado cuenta de la necesidad de ampliar, entre otros, este artículo. Le agradezco mucho haberme hecho partícipe de sus dudas y que me haya aportado la información contraria a mi tesis sobre la dinámica vital reflejada en el bagua de Fu Hsi. Juntos avanzamos. Por eso, os animo a comunicarme cualquier duda o crítica. Un abrazo afectuoso, Marian.
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