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Pongamos el bagua en movimiento

Publicado el Sábado, 10 Mayo 2014
Última actualización en Martes, 15 Marzo 2016

“Lo Creativo obra el dominio, lo Receptivo obra la conservación”

Lo Creativo del Cielo obra el dominio al engendrar, inspirar y dirigir la vida. I Ching especifica que para ello posee determinados atributos. Dice así: “Los cuatro atributos fundamentales de lo Creativo son al mismo tiempo también las cualidades necesarias en un conductor y gobernante de los hombres” (ver p. 468). Estos atributos son: el amor, los valores morales, la justicia y la sabiduría que se revela en el señalamiento de caminos firmes y perdurables. Son las cualidades humanas que encontramos en “el lado luminoso de una montaña o de un río”, donde la montaña representa lo elevado y el río lo profundo.
Como hemos visto, la parte blanca del símbolo Tai Ji se corresponde con el lado que refleja la luz del Sol. Análogamente, es la cara luminosa de la vida, son las horas del día que hay luz solar, son los meses después del solsticio cuando la cantidad y la intensidad de la luz van en aumento, son las estaciones de primavera y verano. En general son épocas de crecimiento, florecimiento, maduración y recolección de todo aquello que es clarificador, estimulante y liberador y todo lo que es ligero, alegre, refrescante, vivificante, etc. Es todo aquello en lo que reconocemos “la mano de lo Creativo” al sentirnos respetados, inspirados y satisfechos y recibir la ayuda interior capaz de movilizarnos, guiarnos, confortarnos, enseñarnos a superar dificultades y hacernos crecer.
Si se produce este crecimiento, es gracias a la condición Receptiva de la Tierra cuya cualidad primordial es dar forma material a la vida espiritual y conservarla. Lo Receptivo de la Tierra acoge las irradiaciones e intenciones de lo Creativo del Cielo sabiendo darles forma y cuerpo. Interactuando con lo Creativo del Cielo, la Tierra hace que los seres individuales nazcan, prosperen y se desplieguen e, interactuando con las cuatro fuerzas naturales, les proporciona cobijo y manutención para renovar sus vidas continuamente.
En la naturaleza reconocemos la obra conservadora de lo Receptivo de la Tierra cuando observamos la materialización exacta de la espiral primaria de lo Creativo del Cielo. Vemos dicha espiral por ejemplo en esta foto de satélite de las nubes de una borrasca sobre Islandia, y en la foto del corte de la concha de un nautilus vemos que éste utiliza el mismo diseño como modelo para construir su casa (fuente fotos: Wikipedia).

clima remolino concha nautilus

Dice el Libro de las Mutaciones (p. 478): “Perfecta en verdad es la Elevación de lo Receptivo. Todos los seres le deben su nacimiento, pues con su entrega recibe (concibe) lo celestial. (…) Lo Receptivo es portador de todas las cosas. Su índole está en concordancia con lo ilimitado. Lo abarca todo en su amplitud y lo ilumina todo en su grandeza. Por lo Receptivo todos los seres individuales alcanzan su logro.”
Cómo conseguir eso, lo explica I Ching así (ver p. 480): “La Tierra está quieta. No actúa por sí misma, sino que acoge constantemente los influjos del Cielo. Así se torna inagotable y eterna en su vivir. Así también el hombre alcanza eternidad cuando no pretende, en un vano trajinar autónomo, hacerlo todo por sí mismo, sino antes bien se abre, tranquila y constantemente, a los estímulos que afluyen hacia él desde las profundidades de las fuerzas Creativas.”

El principio generador y regenerador de la vida material y evolutiva es la unión entre lo Creativo y lo Receptivo. Como dice I Ching, esta unión constituye el principio primordial que ha sido capaz de crear el universo y generar, entre otros, el planeta Tierra cuya vida orgánica ha ido cambiando, desarrollándose y evolucionando en el transcurso de miles de millones de años.
La energía espiritual que los seres terrestres compartimos, empezó a plasmarse en la materia hace tantísimo tiempo que podría ser que para imprimir todas las variaciones, diversificaciones y especializaciones que la energía Creativa experimentó en la Tierra a lo largo del tiempo, influyó en lo Receptivo de modo que éste necesitó espirales inmensas para conservar y ordenar la información de las diferentes especies y, además, la de la unicidad de cada ser individual.
Esto explicaría la forma enrollada de la molécula que conserva toda esta herencia genética, el ADN. La longitud de la cadena de las propiedades específicas de la enorme variedad de diferentes seres individuales se hizo tan larga, que esta cadena tuvo que comprimirse en un bucle de doble hélice tan pequeño que cabe en cada una de las células que forman los cuerpos que permiten que cada individuo pueda realizar, explorar y perfeccionar la unicidad de su ser espiritual.

La siguiente imagen muestra el bucle de información de nuestra energía espiritual y corporal en el “disco duro” de una molécula ADN.

estruc-cromosoma

Fuente: http://recursostic.educacion.es/ciencias/biosfera/web/alumno/4ESO/genetica1/contenidos4.htm

 

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