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La función del motor económico (Pulmón)

Publicado el Martes, 11 Noviembre 2014
Última actualización en Jueves, 04 Diciembre 2014

La patología del sistema capitalista

Cuando el sector directivo (Riñón) de la sociedad se rige por los criterios económicos del sector “Pulmón”, la dirección (Riñón) de cualquier unidad de convivencia es incapaz de “controlar el Qi de Pulmón”. Es decir, la dirección es incapaz de salvaguardar los criterios inherentes a la función esencial de la empresa o institución que dirige. Si la dirección de la misma no ordena el desbarajuste de “potenciales de acción” (electrolitos) temporales y variables que aporta el “Pulmón”, a fin de ponerlos de acuerdo con los criterios duraderos y constantes que determinan las proporciones adecuadas para el bien común de esa empresa o institución, en el medio interno de ésta se pierde el equilibrio vital por lo que se generan todo tipo de luchas de poder que, si no se resuelven, se extienden y se consolidan en las diferentes áreas de acción de la misma, entorpeciendo la funcionalidad y productividad del tejido laboral en cuestión.
Cuando el gobierno de la nación (Riñón y Corazón) no procura que el “Qi de Pulmón” esté al servicio del sector “Hígado” y del “Bazo”, el trabajo productivo (metabolismo) y funcional de la sociedad se entorpece inevitablemente, ya que al no generarse apenas “ATP”, los empresarios, trabajadores y funcionarios no pueden cumplir con su cometido de forma comprometida, enérgica, eficaz e inventiva por lo que no sólo ellos se frustran, se agobian y se enfadan sino que disminuye además el rendimiento laboral y funcional del “motor económico” (Pulmón) de la sociedad.

En el ámbito laboral, estos estados patológicos son tan frecuentes y generalizados que los aceptamos casi como normal (“soy un mandado”, “la vida es así”, “esto no tiene remedio, no seas utópico”, etc.). Pero aunque intentamos adaptarnos a esta situación, padecemos sus consecuencias en la vida política (Riñón, Corazón) y privada (Bazo) por lo que sus efectos se extienden en la vida social y educativa (Hígado) generando círculos viciosos casi imparables.
Cuando el “Qi de Pulmón” se cree el dueño del mundo, el sector “Pulmón” va por libre y somete la sociedad a las reglas del juego capitalista. Si aceptamos estas reglas, se obstaculizan las “vías del agua” en la sociedad y se estanca el “Qi de Hígado” por lo que disminuye la generación de “energía verdadera” y asimismo la conciencia de los criterios éticos inherentes a la especie humana. Al no tener claro cuáles son las funciones verdaderas de los sectores “Pulmón”, “Riñón”, “Hígado” y “Corazón” y cuáles son los derechos y las responsabilidades de la población (“Bazo”), dejamos que se impongan las normas del poder. En consecuencia, el ambiente social se vuelve viciado e irrespirable debido a la ceguera, injusticia e inhumanidad de los criterios interesados, arbitrarios y especulativos del sistema capitalista. Llegamos así a adoptar estos criterios en la vida privada por lo que nos desequilibramos emocional y físicamente.   
A medida que los intereses temporales y arbitrarios del “Pulmón” se imponen en el sistema económico y en la organización de los Estados, en el mundo se generan y se extienden los estados patológicos de pobreza, hambruna, desnutrición, desprotección, corrupción, conflictos sociales y bélicos, y en la sociedad incrementan los estados de inseguridad, miedo, insatisfacción, estrés, ansiedad, conflictividad, pasividad, tristeza y depresión.

Las crisis económicas son muestras de que nuestro sistema de organización está enfermo. Pero en vez de buscar la causa de una crisis económica, los gobiernos buscan remediarla basándose en los mismos criterios inseguros del poder económico que han causado la crisis. Los economistas han estudiado teorías basadas en la interpretación de datos estadísticos y pronósticos y emplean ingeniería financiera para manejar y manipular el flujo de dinero y determinar sus criterios de acción.
Al parecer, no se paran para examinar cuáles son las consecuencias de sus teorías y especulaciones para la economía real. En consecuencia, tanto los economistas como los gobiernos se encuentran sumergidos en una dinámica de acción-reacción determinada por el estado vital “¡ju, ju!” cuyas consecuencias sólo agravan las tendencias provocadas por su estrategia para superar la crisis.
Es cada vez más evidente que las medidas que tomaron para superar la crisis actual, han desmantelado tanto el tejido “pulmonar” como “hepático” por lo que hay cada vez más pobres mientras que los ricos son cada vez más ricos. Sabiendo cómo funciona la economía real en nuestro hogar, es difícil de entender cómo es posible que la humanidad se organice mediante un sistema incompetente y empedernido que nos está matando. Una y otra vez sacrificamos nuestro ser y nuestras vidas esforzándonos por adaptarnos a un sistema económico que devora literal, emocional y espiritualmente vidas humanas. Nos “venden” la dinámica despiadada de explotación y expoliación y practican el cultivo exhaustivo del planeta y de sus habitantes, como si esta dinámica fuera una ley de vida. Y mayoritariamente caemos en esta trampa.

¿Por qué caemos en la trampa del sistema capitalista?

En la vida privada experimentamos que nos desequilibramos emocionalmente cuando nos metemos en luchas de poder y cuando nos dirigimos por cálculos racionales y motivos de dinero para elegir nuestros “potenciales de acción” personales. Por eso, en la vida privada procuramos respetar las normas del “Hígado”, ya que por naturaleza buscamos “promover la cooperación de todo lo bello”. No obstante, la imposición de las normas del poder determina nuestra actitud en el trabajo. Para ganarnos la vida aceptamos que sean criterios arbitrarios del sector “Pulmón” los que mandan en nosotros. Tanto los mandatarios como nosotros mismos menospreciamos y desaprovechamos así el desarrollo de nuestras potencialidades.
De esta manera los criterios del poder invaden la vida privada por todos lados, cambiando nuestra visión de la vida hasta tal punto que mayoritariamente pensamos que los criterios del poder pueden mejorar el mundo. Hoy por hoy, el sistema democrático está basado en las luchas de poder entre determinados “potenciales de acción”, cuyos intereses económicos se trasladan a la política por lo que el poder político representa la defensa de los intereses de unos y otros, en vez de dedicarse al trabajo de los riñones cuya función es ordenar los electrolitos disponibles a fin de ajustar sus proporciones de manera que se salvaguarde el equilibrio fisiológico en el medio interno del organismo.
Debido a las luchas de poder, las personas y los gobiernos se corrompen perdiendo de vista las leyes universales de la vida. Piensan que pueden cambiar el mundo a la fuerza pero basándose en el poder, el mundo no cambiará. Para cambiar el mundo hace falta valorar y cuidar de lo propicio para la vida y deshacernos de lo nocivo. En este sentido el pueblo es mucho más sabio que cualquier gobierno ya que, generalmente, no pretendemos imponer a la fuerza criterios interesados.  
La evolución de la humanidad pasa por la toma de conciencia de las leyes universales de la vida. En la medida en la que tomemos conciencia de estas leyes, seremos capaces de “llevar a cabo todos los actos” requeridos para el funcionamiento del mundo. En nuestro camino de capacitación, la vida nos obliga a aprender las lecciones de vida que toquen en cada momento. Por eso, la mayoría de la gente es consciente de que todos aprendemos de todos, pero eso es algo de lo que se privan los mandatarios que imponen su voluntad.
Hoy por hoy aceptamos que el orden del mundo está basado en el poder del más fuerte material (dinero) o físicamente (armas) y mayoritariamente pensamos que el mundo no puede funcionar de otra manera. Por eso nos adaptamos y luchamos por sobrevivir, en vez de reivindicar el arte de la vida promoviendo los valores humanos y respetando las normas del sentido de la justicia. Por la fuerza no se pueden cambiar las circunstancias, pero éstas cambian de modo natural siempre que seamos imparciales y justos buscando los criterios para una conducta “propicia a todos los seres”.

Según I Ching y la dinámica natural que se manifiesta en la fisiología, se revela que perdemos el camino siempre que no gestionamos debidamente los cambios determinados por el Elemento Metal. Este Elemento gestiona las circunstancias que permiten la supervivencia de la vida en el planeta Tierra. Es decir, cuando no reaccionamos adecuadamente ante los cambios de las circunstancias corremos el riesgo de descentrarnos por lo que entramos en la dinámica destructiva de los círculos viciosos.
Por alguna razón, nos invade la inseguridad cuando las circunstancias cambian, aunque es ley de vida que lo formado se transforma continuamente. Si no hubiera transformación, no habría vida ya que cualquier manifestación corporal se corrompería, se destruiría y se volvería inerte. La alternancia formación-transformación es el principio Yin-Yang que constituye el principio regenerador y vitalizador de cualquier persona, de cualquier organismo y de cualquier circunstancia.
Reconocer esta realidad no forma parte de nuestra educación y mucha gente tiene miedo a lo desconocido. Además, al basarse en los criterios arbitrarios del poder, el sistema capitalista fomenta la inseguridad y pretende superar los miedos atacando y luchando. Desde pequeños aprendemos a luchar para superar los problemas, a luchar y a controlar la vida en vez de vivirla. Hemos escuchado tantas veces las racionalizaciones y justificaciones del sistema de poder que incluso la desconfianza en nosotros mismos y el afán de control nos parecen razonables.
Para nuestra desgracia, muchos se creen hasta las racionalizaciones del poder que pretende justificar la vulneración de las normas del sentido de la justicia y la violación de los derechos humanos. ¿Cuántas veces hemos oído que respetar los valores humanos es una utopía y que no hay dinero para costear el estado de bienestar? Creyéndonos la validez de los criterios dirigidos a controlar la vida, generamos nuestra propia inseguridad. Dejándonos llevar por la inseguridad e intentando combatirla aplicando los criterios capitalistas, no sólo los ricos que se aprovechan de este sistema, sino todos nos enredamos en el desbarajuste de “electrolitos” perdiéndonos en luchas de poder, en vez de utilizar los potenciales de acción de modo justo, moral y eficiente.

Descuidamos lo controlable, intentando controlar lo incontrolable

Dejándonos llevar por la inseguridad y el miedo, descuidamos lo controlable mientras que reaccionamos ante cualquier problema intentando controlar lo incontrolable. Lo incontrolable son los cambios temporales a los que la vida está sujeta por naturaleza. Lo controlable son los criterios duraderos como el sentido de la justicia y el sentido común, y las directrices que recibimos conectándonos con lo Creativo en nuestro interior (Riñón).
Cuando el miedo a lo desconocido hace que luchemos por controlar y manipular los procesos naturales de formación y transformación, nos volvemos en contra de los procesos vitales que nos regeneran. Generamos así círculos viciosos de sentimientos y pensamientos negativos que nos hacen repetir la misma historia una y otra vez. Al bloquear las vías de paso del agua en nuestro interior, los sentimientos y pensamientos negativos obstruyen la Fuente Vital del Elemento Agua que nos comunica con las directrices e indicaciones de lo Creativo. Pueden llegar a bloquear esta Fuente de Vida hasta tal punto que olvidamos su existencia. Pero esa guía interior nunca deja de existir.

I Ching habla sobre las circunstancias que nos dan miedo, en el hexagrama dedicado a la fuerza natural del Trueno. Es el nº 51 y se llama Lo Suscitativo (La Conmoción, el Trueno). Como hemos visto, este hexagrama habla del susto y del rechazo al temblor (¡Ju, ju!) y sobre nuestra conmoción. Si en tales circunstancias mantenemos la calma, en nuestro interior percibiremos la fuerza de lo Creativo cuyas indicaciones traen el regocijo y la alegría (¡Ja, ja!). Dice así: “Tan honda seriedad interior, que hace que todos los terrores externos reboten impotentes sobre ella, es la disposición espiritual que deben tener los conductores de los hombres y los gobernantes.”
Si queremos gobernar nuestra vida, debemos aprovechar las sacudidas del Trueno para aprender de las aportaciones de nuestra guía interior, ya que ésta se activa gracias a la conmoción que nos remueve interiormente. No podemos hacernos dueño de nuestra vida si nos invade el miedo cuando suena el Trueno o el mundo tiembla debajo de nuestros pies (¡Ju, ju!). Si entonces nos descentramos, en vez de tranquilizarnos para buscar ayuda en nuestro interior, reaccionamos movidos por el pánico y la desconfianza en actitud de lucha y ataque, queriendo hacer lo que sea para acabar con esa situación. “Lo que sea” implica olvidarnos de los criterios de justicia y humanidad, ya que “en la guerra todo está permitido”. Lo mismo hace el sistema capitalista, luchando en vano intentando controlar lo incontrolable.
Pero en realidad, el susto producido por el Trueno es una oportunidad. La oportunidad de enriquecer el “Qi de Pulmón” con criterios de justicia y procurar que el Riñón, obedeciendo las indicaciones de lo Creativo, ordene el desbarajuste de potenciales de acción de acuerdo con las normas del “equilibrio fisiológico”. Basándose en criterios perdurables, se pueden controlar las condiciones vitales en el medio interno de cualquier unidad de convivencia y se generan así unas condiciones que son propicias a todos los seres. Estas condiciones harán (hexagrama 42: El Aumento) “que surja en la sociedad una disposición de ánimo caracterizada por la alegría y la gratitud, sumamente valiosa para el florecimiento del bien público.”

Como dice I Ching en el hexagrama dedicado al Trueno, la conmoción que remueve el interior, es para el noble una oportunidad que le hace “poner orden en su vida y escrutar su corazón indagando si acaso hay algo en él que esté en contradicción con la voluntad de Dios”. Es decir, escuchándonos con sinceridad interior, siendo imparcial y respetando los criterios morales de justicia y humanidad, se revela lo que haga falta para actuar en determinada situación de acuerdo con los criterios duraderos y constantes que mantienen el orden de la vida.
Los criterios duraderos constituyen lo único seguro en las circunstancias cambiantes de la vida. Por eso, “cuidar de lo controlable” se refiere a cuidar del propio desarrollo moral, tomando conciencia de los criterios fiables que surgen de los valores elementales, esenciales y morales que refuerzan nuestra capacidad de ser leal a nuestro verdadero ser y superar las dificultades, aprendiendo las lecciones de vida (ver el “Tío del saco”) que nos regeneran y vitalizan.

 

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