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La función ejecutiva (Corazón)

Publicado el Viernes, 12 Octubre 2012
Última actualización en Viernes, 21 Diciembre 2012

Los Elementos Agua y Fuego mantienen una relación similar a la que mantienen lo Creativo y lo Receptivo. Son fuerzas vitales complementarias: “La lluvia obra el humedecimiento, el sol obra el calentamiento. Por eso, el Agua y el Fuego no se combaten entre sí,” dice I Ching. “Si el Agua nutre la Tierra y el Fuego se adhiere a lo consistente, obran templanza y luz duradera en el mundo y se crea vida en la Tierra. Y si el Agua nutre la naturaleza humana (Madera) y el Fuego se guía por amor, la obra de la humanidad en el mundo (Metal) se dirige hacia la luz, igual que las plantas crecen hacia la luz.”

En la medida en la que conozcamos las características de los Elementos, más ejemplos de dicha dinámica encontraremos en la vida cotidiana. Empleando los símbolos Agua, Fuego y Tierra, I Ching da lecciones de vida que resultan ser aplicables a todas sus facetas, desde la vida material del planeta Tierra y la vida biológica de las plantas y de los cuerpos, hasta la vida material, emocional y espiritual de los seres humanos. Por eso, cuanto más sepamos sobre las influencias correspondientes a los diferentes Elementos, mejor reconoceremos las relaciones entre unas cosas y otras. Y sabiendo cómo se manifiestan las características universales de los Elementos Agua y Fuego, uno se da cuenta de que, efectivamente, la interacción entre ambos determina el grado de vitalidad, tanto de la naturaleza como de las personas que habitamos el planeta Tierra.
Hemos visto que observando cuáles son las propiedades y funciones del agua, los antiguos investigadores chinos llegaron a reconocer las cualidades del Elemento Agua y que, conociendo éstas, desentrañaron cuáles son las influencias del Agua en el funcionamiento de los fenómenos naturales que querían comprender, entre ellos la fisiología del cuerpo. Gracias a esas investigaciones, el Elemento Agua sirve de símbolo para referirnos a un conjunto muy amplio de influencias, cualidades, propiedades y funciones en cualquier ámbito de la vida, por lo que utilizando la palabra “Agua” invocamos la ayuda de las “herramientas” de todo lo correspondiente al Elemento Agua y se facilita bastante ver “el bosque entre los árboles” de cualquier fenómeno que queramos entender.

La labor del Elemento Fuego

En el presente artículo vamos a conocer más datos acerca de las influencias del Elemento Fuego gracias a la información sobre el funcionamiento fisiológico. Partiremos de la fisiología global de la Medicina Tradicional China y veremos lo que la fisiología moderna aclara sobre el ejercicio concreto de su labor. Vamos a ver que los mecanismos fisiológicos revelan de una manera muy ilustrativa que adjudicamos competencias, y por lo tanto responsabilidades, a la labor del Elemento Fuego que no forman parte de sus funciones. Sobre todo con respecto a las funciones del Elemento Fuego, la fisiología revela cosas que aclaran que muchas de nuestras expectativas se frustran porque suponemos que las personas e instituciones que ejercen dicha labor tienen un poder de actuación que, debido al orden de la Vida, no les corresponde.

Hemos visto que la interacción entre los Elementos Agua y Fuego dirige y condiciona el curso de la Vida. Para facilitar la comprensión de los principios vitales implicados en dicha interacción, voy a detenerme primero en la dinámica universal que existe entre ambas fuerzas vitales según I Ching.
El sol alumbra la Tierra desde lo alto e igualmente lo hace el Elemento Fuego. I Ching advierte, sin embargo, que el Fuego sólo puede alumbrarnos de forma duradera si la Tierra se nutre del Agua, es decir, si las personas se nutren de las aportaciones del Agua. No es el Elemento Fuego, sino el Elemento Agua el que da forma a las intenciones de lo Creativo del Cielo. Como hemos visto en el artículo anterior, el Agua es el guardián de la Esencia Vital que nos transmite las directrices de lo Creativo del Cielo. Y del Agua brota también la Fuente de la Vida que templa al Fuego.
Si el Elemento Fuego no está arraigado en la Fuente de la Vida, su Fuego se hace excesivo por lo que su luz nos ciega, además de que este Fuego se consumirá rápidamente. Y si no se nutre de los criterios consistentes aportados por la Esencia, el Fuego se adhiere a criterios fugaces, por lo que su luz se hace errática y alumbra de un modo poco claro y bastante confuso. A consecuencia de eso, el Fuego “desubicado” puede en cualquier momento “prender fuego” a nuestros proyectos, o bien, calentar la cabeza o quemar anímicamente a las personas.
En cambio, si la luz del Elemento Fuego se adhiere a lo consistente de la Esencia, alumbra encendiendo “antorchas” en el interior de las personas, por lo que la luz del Fuego alumbra de un modo duradero al iluminar cada paso en el camino de nuestras vidas. Y asimismo, al nutrirse de la Esencia, la luz del Elemento Fuego (la conciencia) hace que la Fuente de la Vida fluya libremente, por lo que nuestro Fuego continuará alimentándose de lo Creativo del Cielo.

En el hexagrama correspondiente al Elemento Fuego, I Ching habla de la “doble claridad que nos hace aptos para modelar al mundo”. Es el hexagrama número 30: Lo Adherente. En él explica que dicho nombre del Fuego significa “estar adherido a algo”, “estar condicionado”, “basarse en algo consistente”.
El Fuego adquiere claridad duradera al adherirse a lo luminoso: “Al reconocer este condicionamiento y al entrar en dependencia de las fuerzas armoniosas y benignas del orden universal, el hombre obtiene el éxito. Al cultivar dentro de sí esta docilidad, esta voluntaria dependencia, logrará una claridad nada hiriente y encontrará su puesto en el mundo”, dice I Ching.
Sobre el primer “escalón” para obtener “la doble claridad del Fuego”, dice lo siguiente mediante la línea señalada en el primer puesto del hexagrama: “En el mundo se entrecruzan las huellas de las impresiones, reina un apresurado trajín. Entonces, es importante conservar la concentración interior, no dejarse arrastrar por el torbellino de la vida. Si uno es serio y concentrado, alcanza la necesaria claridad para enfrentarse con las numerosas impresiones que lo acometen.”

En el mundo el Agua y el Fuego sí se combaten entre sí

Debido a la lucha entre el corazón y la mente, los seres humanos nos desequilibramos y nos enredamos en círculos viciosos que nos hacen repetir la historia conflictiva de la humanidad. Es también debido a esta lucha que el sistema democrático no trae la igualdad, humanidad y justicia social que buscamos con él. Para hacer que el sistema democrático funcione, deberíamos ejercer las funciones correspondientes a los Cinco Elementos de acuerdo con el orden de la Vida, el orden universal. Cuáles son las funciones del Elemento Fuego según dicho orden, lo indican las funciones fisiológicas del Corazón en la comunidad orgánica que es el cuerpo.
Con respecto a las analogías y paralelismos con los procesos fisiológicos, recordar que, según su aplicación, el cuerpo corresponde a cualquier conjunto orgánico, ya sea un país, una empresa, una institución, una escuela o una familia. En un país las funciones del sistema sanguíneo corresponden a la Administración pública, en una empresa o institución corresponden a los ejecutivos, “managers”, gerentes, etc., en una escuela corresponden a los maestros y en la familia a los padres (a las madres corresponden las funciones del Elemento Agua). E individualmente, todos ejercemos también las funciones del Elemento Fuego cuando compartimos nuestras vivencias comunicándonos los unos con los otros.
Las células corresponden a las personas (y niños) y sus funciones varían según el tejido u órgano al que pertenecen. Y el medio interno del cuerpo corresponde, en general, al medio ambiente y al ambiente en la sociedad y, en especial, corresponde al ambiente en el hogar, vecindario, barrio, etc. y al ambiente social y laboral en el trabajo. 

Las funciones del Corazón

En medicina china, Corazón (con mayúscula) se refiere a las funciones que ejercen el corazón y la circulación sanguínea, y en el ámbito emocional corresponde al corazón que siente y a la mente que toma conciencia y razona. Al contrario de lo que ocurrió con el Riñón, para describir las funciones del Corazón la medicina china no ha necesitado ninguna simbología. Exactamente igual que en medicina occidental, el corazón es responsable de la circulación sanguínea y del estado de los vasos sanguíneos. Así que, para descubrir lo que la fisiología aclara sobre las funciones de la circulación sanguínea, nos guiaremos por los conocimientos actuales de la fisiología moderna.
La medicina china, sin embargo, aporta datos interesantes sobre su funcionamiento al haber relacionado el estado del Corazón con determinadas manifestaciones. Las mismas son muy variadas y como dan igualmente una idea del estado de las personas y de las instituciones que ejercen la labor del Corazón en la sociedad, a continuación indicaré las manifestaciones más importantes. 
Como dice Giovanni Maciocia en su libro “Los Fundamentos de la Medicina China” (p. 72): “Si el Corazón es fuerte y la Sangre abundante, habrá una actividad mental normal, una vida emocional equilibrada, una conciencia clara, una memoria buena, un pensamiento vivo y un buen sueño. Si el Corazón es débil y hay insuficiencia de Sangre, puede haber problemas mentales (tales como depresión), mala memoria, pensamiento entorpecido, insomnio o somnolencia y en casos extremos pérdida de conocimiento.”
Como se explica también en la citada obra, el estado del Corazón se expresa en la fortaleza constitucional de la persona, se manifiesta en la tez y “se abre” en la lengua. Que se abra en la lengua, tiene un significado literal y figurativo. Literal en el sentido de que la capacidad gustativa, el color, el grosor y la movilidad de la lengua aportan indicios sobre el estado general del Corazón. Y figurativo en el sentido de que el estado del Corazón afecta al habla, pudiendo originar tartamudeo, afasia o verborrea si no está bien.
Pero si el Corazón es fuerte, la persona será un buen comunicador que sabe expresarse muy bien verbalmente. Así que, manteniendo una buena interacción entre el Agua y el Fuego, la persona sabrá comunicarse escuchando con atención y hablando con claridad.
Además, según la medicina china, la emoción correspondiente al Corazón es la alegría. Alegría de vivir y ganas de compartir y reír si la persona está equilibrada. Esta alegría, sin embargo, se puede transformar en euforia y risas sin ton ni son, si la persona se descentra dejándose llevar por el torbellino de la vida y las apariencias. Entonces, la euforia se alternará con desesperación y ansiedad, todas ellas emociones que dañan al Corazón y al ejercicio de sus funciones. 

La fisiología global de la medicina china 

Otra cosa que la medicina china tiene en cuenta de una manera explícita, es el papel de los órganos del eje horizontal del Ciclo Cosmológico en la circulación de la sangre. El bien común del organismo se produce en el eje horizontal (Hígado, sistema digestivo y Pulmón) y se distribuye por todo el organismo mediante la circulación que tiene lugar en el eje vertical(Riñón, pueblo, Corazón).
La digestión de los alimentos, igual que la digestión de nuestras vivencias, constituye la base para la formación del “Qi Verdadero” (la verdadera energía) y asimismo para la formación de la sangre, dice la medicina china. Por eso, el “Bazo” (sistema digestivo desde la boca hasta el ano) “gobierna la transformación y el transporte y controla a la sangre”. Más adelante, cuando tratemos la regulación del intercambio entre el plasma sanguíneo y los líquidos en el medio interno del organismo, veremos gracias a la fisiología moderna de qué manera se ejercen dichas funciones (y, análogamente, cómo lo hacemos nosotros).
El Hígado enriquece la sangre y la almacena para garantizar el suministro puntual en cada rincón del organismo. La medicina china compara el Hígado a menudo con un general de ejército porque es responsable de la planificación global de las funciones del cuerpo “al asegurar la circulación uniforme del Qi (energía orgánica) y de la sangre y en la dirección apropiada”. Por esta cualidad, también se dice que “el Hígado es el origen del valor y de la resolución cuando presenta un buen estado de salud” (del clásico “Manual Práctico de Medicina China”).
El Pulmón gobierna el Qi (energía) de la respiración, es el órgano intermediario entre el organismo y el entorno ambiental. Juega un papel vital en la circulación de los líquidos corporales al ayudar al Corazón a hacer circular la sangre. “El Pulmón es como un Ministro que determina la orientación política”, según el clásico “Las Preguntas Simples” (capítulo 8).

Dichas funciones las especifica la fisiología moderna concretamente pero veremos eso y sus analogías cuando tratemos la fisiología de los órganos del eje horizontal.
Voy a poner aquí sólo un resumen global de la fisiología para indicar de qué tipo de aportaciones se trata:
El sistema digestivo aporta una gran cantidad de líquidos de renovación a la sangre y determinados nutrientes (entre ellas aminoácidos, análogamente: valores humanos elementales), además de que forma la materia prima de los nutrientes y otras sustancias que se sintetizan y se almacenan en el hígado para suministrar a la sangre lo que el organismo necesita en cada momento. Los pulmones y el intestino grueso (Pulmón) aportan el oxígeno y los electrolitos, además de que recuperan para la sangre el resto del componente líquido proveniente del proceso digestivo. Y el Hígado (hígado y vesícula biliar) y el Pulmón se encargan de la transformación y eliminación de determinados desechos metabólicos y otras sustancias tóxicas que se depositan en la sangre venosa.  
Y como hemos visto en el artículo anterior (función directiva), para condicionar la sangre para su labor, el Corazón necesita que las células hepáticas sinteticen proteínas plasmáticas que son imprescindibles para posibilitar el intercambio entre el componente líquido de la sangre (plasma) y los líquidos corporales del medio interno y asimismo para transportar y administrar determinadas hormonas específicas (criterios reguladores) que controlan el metabolismo orgánico en el eje horizontal del Ciclo Cosmológico.
También hemos visto que las células sanguíneas se generan en la médula ósea que corresponde al Riñón, y que éste determina además las directrices y condiciones para la realización de las funciones del Corazón. Mediante la función renal salvaguarda los nutrientes y otras sustancias preciosas que el Corazón administra junto con el plasma sanguíneo, mientras que en los riñones se determina y se ajusta la composición de los electrolitos que la sangre transporta, y se eliminan desechos metabólicos y líquidos por la orina. Además, mediante el sentido de la audición el Riñón recibe las señales nerviosas de los tejidos, mediante la función hormonal aporta los criterios directivos para el funcionamiento global del organismo y a través del sistema nervioso envía las órdenes al sistema sanguíneo. 

La dependencia del Corazón 

Así que, la fisiología global de la medicina china no deja lugar a dudas sobre la dependencia del Corazón de las funciones directivas y condicionantes del Riñón ni sobre su dependencia de las aportaciones de los demás órganos internos. Por eso, me ha extrañado siempre que, desde la antigüedad, los textos de medicina china digan que el Corazón es como el Emperador de los órganos internos, o bien, como su Soberano o Monarca. ¿Cómo pudieron llamarlo Emperador si es un servidor?
A pesar de la sabiduría de la filosofía china en aquel entonces, al nombrarlo Emperador de los demás órganos ¿le adjudicaron al Corazón un puesto que sugiere que dirige a los demás órganos y soluciona sus problemas, sabiendo que eso no forma parte de sus competencias? ¿O lo hicieron sólo en apariencia, obligados por el poder y la prepotencia de los Emperadores y para no herir su orgullo?
Ahora, sin embargo, me estoy dando cuenta de que pudiera ser que en la época que se desarrolló la Medicina Tradicional China, los Emperadores fueran personas que poseían la “doble claridad” del Fuego. Si, como I Ching recomienda, los Emperadores se adhirieron a lo luminoso y entraron en dependencia de las fuerzas armoniosas y benignas del orden universal, entonces sí es fácilmente imaginable que ejercieron, efectivamente, las funciones análogas al Corazón.
Si el “Emperador” de los órganos internos entra en dependencia de las fuerzas del orden universal, la gestión del bien común no significa en absoluto que viva a costa del organismo ni que pretenda saber cómo se realizan las funciones o se solucionan los problemas de los órganos internos.

La labor de los vasos sanguíneos consiste en la recogida, el transporte y la administración de todo lo que los demás órganos saben hacer. En los vasos sanguíneos mismos no se produce nada, nada más (¡ni nada menos!) que aquello que el Corazón necesita para mantener los vasos sanguíneos, su red de comunicación y distribución, en buenas condiciones.
En los vasos sanguíneos se realiza la puesta en común de las aportaciones del organismo y en el corazón se produce la energía para el bombeo y el transporte y para el calor corporal. Además, un dato curioso es que ambos, la energía y el calor, tienen su origen en el Riñón según la medicina china. Y esto lo afirma también la fisiología moderna si tenemos en cuenta que el sistema nervioso corresponde a las funciones del Riñón y que se sintetiza adrenalina en la médula suprarrenal y en las mismas fibras nerviosas. Así que, el Corazón se encuentra en todos los sentidos vitalizado, arropado y condicionado por el Riñón.
El Corazón “viaja” por todo el organismo mediante los vasos sanguíneos. Por donde pasa la sangre aporta su calor (amor) y su plasma (componente líquido con su contenido sustancial) y recoge aquello que ha sido producido (nutrientes, hormonas y otras sustancias) y obtenido (oxígeno y electrolitos) por la labor de los diferentes órganos internos.

De manera que el Corazón transporta el bien común de un lado a otro en su “reino” y administra estos productos a cada rincón.
Y asimismo recoge los desechos metabólicos y otras sustancias nocivas de todas partes para que sean acogidos ahí donde van a ser transformados (Hígado, Riñón), eliminados (Pulmón, Riñón) o investigados (microbios y toxinas en los ganglios linfáticos y células sanguíneas en el bazo).
En los vasos sanguíneos se reúnen las aportaciones de toda la comunidad orgánica del cuerpo y las mismas se administran equitativa e indiscriminadamente por todo el organismo. Como muestra la fisiología, las células de los órganos, tejidos y sistemas en el medio interno toman lo que precisan para ejercer sus funciones y para vitalizarse y regenerarse.
Las sustancias y el líquido que sobran en el medio interno, pasan otra vez a la sangre, o bien por vía venosa (las partículas más pequeñas), o a través de la linfa que recoge las partículas grandes del medio interno (fracciones proteicas y sustancias dañinas, es decir: tanto los valores humanos como los factores nocivos y malignos). Las fracciones proteicas siguen su camino en la linfa y las sustancias dañinas se retienen en los ganglios linfáticos para ser investigadas por células del sistema inmunológico que deciden lo que hacer para combatirlas.
Finalmente, casi toda la linfa va a parar al conducto torácico y se vierte en el sistema venoso. Este retorno de las proteínas del medio interno a la sangre es una función esencial, sin la cual moriríamos en un plazo de 24 horas, según el profesor Guyton, una eminencia de la fisiología. De modo que los nutrientes que no se han utilizado en el medio interno, se incorporan a la circulación sanguínea que, previa oxigenación de la sangre en los pulmones, los vuelve a administrar en todo el organismo.   

La fisiología de las funciones del sistema sanguíneo 

Veamos con la ayuda de la fisiología moderna cuáles son las competencias del sistema sanguíneo. Para resumir sus funciones, reproduzco de la décima edición del “Tratado de Fisiología Médica” de Guyton la siguiente definición (p. 175): “La función de la circulación es satisfacer las necesidades de los tejidos. Para ello debe transportar nutrientes a los tejidos, llevarse los productos de desecho, conducir hormonas de una parte del cuerpo a otra y, en general, mantener un ambiente apropiado en todos los líquidos tisulares para una supervivencia y función óptimas de las células.”
Análogamente, esto indica que, por ejemplo, la función de la Administración pública sería la de satisfacer las necesidades de los tejidos sociales (Madera), laborales (Tierra) y productivos (Metal) del país. Para ello debe transportar el bien común (nutrientes) a dichos tejidos, llevarse los productos de desecho, conducir criterios humanos y laborales de una parte del país a otra y, en general, mantener un ambiente apropiado en cuanto a la liquidez en todos los tejidos para una supervivencia y función óptimas de las personas.
Como es también muy ilustrativo, reproduzco de la mencionada obra otro párrafo, el que trata de cómo el sistema sanguíneo satisface las necesidades de los tejidos (p. 197): “El transporte de nutrientes a los tejidos y la eliminación de los residuos celulares tienen lugar en los microvasos del sistema circulatorio (capilares) y cada tejido controla en la mayor parte de los casos su propio flujo sanguíneo en relación con sus necesidades. Las arteriolas pequeñas controlan el flujo de sangre en cada área y las condiciones locales de los propios tejidos controlan los diámetros de las arteriolas.”
Con respecto a esto: Por ejemplo cuando hay una mayor necesidad de oxígeno, hay más demanda de sangre (ya que lo transporta) por lo que el diámetro de las arteriolas que pasan por ese tejido se agranda para transportar mayor cantidad de sangre y, por lo tanto, administrar más oxígeno. En general, cuanto mayor es el metabolismo en un órgano, mayor es su flujo sanguíneo. Y para regular el flujo sanguíneo en el caso de un aumento momentáneo de la actividad de un órgano, se suele activar el sistema nervioso (función directiva, Riñón). 

Así que, en la mayoría de los casos son los propios tejidos los que controlan, dependiendo de sus necesidades, la cantidad de productos que el sistema sanguíneo aporta. Y tan pronto como se hayan satisfecho las necesidades en un tejido, el diámetro de las arteriolas que riegan esa zona volverá a la normalidad establecida. No obstante, cuando un órgano o, por ejemplo, el tejido muscular tienen mucho más trabajo de lo normal, se emiten señales a través del sistema nervioso al sistema sanguíneo para que éste acuda rápidamente y acelere la velocidad de la afluencia de sangre en esa área.
Los capilares de los diferentes tejidos tienen permeabilidades establecidas que son muy diferentes dependiendo de la función de estos tejidos en el organismo. Por ejemplo, en el hígado los capilares son tan permeables que incluso las proteínas plasmáticas pueden atravesar sus membranas casi con la misma facilidad que el agua y otras sustancias mucho más pequeñas. Sin embargo, una vez establecida la permeabilidad de los capilares y la composición de los electrolitos (iones), el sistema sanguíneo no determina cuáles son los productos que administra a los diferentes tejidos.
Según la mencionada obra sobre la fisiología médica (p. 213), las responsabilidades del sistema sanguíneo con respecto a las necesidades específicas del flujo sanguíneo tienen, entre otras, las siguientes facetas:

  1. Aporte de oxígeno a los tejidos.
  2. Aporte de otros nutrientes, como glucosa, aminoácidos y ácidos grasos.
  3. Eliminación de dióxido de carbono de los tejidos.
  4. Eliminación de iones de hidrógeno de los tejidos.
  5. Mantenimiento de las concentraciones tisulares adecuadas de otros iones.
  6. Transporte de diversas hormonas y otras sustancias específicas a los diferentes tejidos.

Para satisfacer las necesidades de los tejidos, el sistema sanguíneo administra indiscriminadamente las sustancias que lleva en el plasma, y las células escogen aquello que precisan para ejercer su labor y para regenerarse y vitalizarse. Lo que las células encuentran en los líquidos a su alrededor son sustancias esenciales de estructuras simples que atraviesan la membrana celular con o sin la ayuda de determinados electrolitos que operan como “llaves” para abrir las “puertas” que dejan entrar y salir una u otra sustancia. Y dentro de la célula se sintetizan con ellas, entre otras, moléculas ATP (fuentes energéticas muy potentes y, al ser reutilizables, muy económicas), todo tipo de proteínas y otras moléculas complejas que la célula necesita para ejercer sus funciones específicas y para regenerarse.

Algunas reflexiones sobre la nutrición celular 

Así que, el sistema sanguíneo es como un buen anfitrión que pone en la mesa lo que tiene y deja que los invitados escojan lo que quieren. Y los tejidos están compuestos por células que se comportan como buenos invitados al tomar sólo lo que necesitan para quedarse satisfechos. Son buenos invitados porque comparten lo que hay y no compiten entre sí, ya que “saben” que habrá más tan pronto como lo necesiten, especialmente gracias a la labor del hígado (tejido social).
Este no es el caso en el orden del mundo. El mundo no es consciente del hecho de que la humanidad dispone de los alimentos de la Tierra para compartirlos y que, compartiéndolos y colaborando, podremos producir lo que precisemos gracias a la labor de todos. El orden del mundo deja mucha gente en paro y, según las apariencias, es imposible producir todo lo que la humanidad necesita para su supervivencia.
La realidad del hambre y de la miseria en el mundo nos ciega, nos paraliza y nos hace susceptibles al engaño de las apariencias. Pero hay otra realidad, la que se revela cuando prestamos atención a lo que cualquier célula de nuestro cuerpo hace por naturaleza:

- Cada célula se dedica a sus labores específicas guiada por su ADN.
- Entre todos los ingredientes del plasma, cada célula escoge aquellos nutrientes que necesita para obtener la energía ATP y las “herramientas” elementales que precisa para sintetizar las proteínas y otras sustancias que le hacen falta para ejercer sus funciones y regenerarse.
- Gracias a que el ADN en el núcleo celular dirige la actividad específica de cada célula, se asegura que cada sistema fisiológico, cada órgano y cada tejido ejerza sus respectivas funciones debidamente.
- Por lo que, siempre que se salvaguarde la integridad del ADN de las células, se mantendrá la cohesión funcional del organismo.

La fisiología revela que es en el interior de cada célula donde determinados nutrientes se convierten en una fuente muy potente de energía, y que las moléculas ATP no son exportables sino que sólo la propia célula las puede generar y reutilizar. Y es también dentro de la célula donde se sintetizan las proteínas que la célula necesita para ejercer sus funciones y producir u obtener determinadas sustancias que sirven al bien común de la totalidad del organismo.

Este mismo potencial lo tenemos también los seres humanos y utilizándolo servimos al bien común de nuestra sociedad. Igualmente nosotros generamos energía “ATP”, ejercemos nuestras funciones, producimos cosas útiles y valiosas e inventamos otras tantas, siempre que la administración del bien común material, mental y espiritual de cualquier organismo humano nos proporcione lo elemental para dedicarnos a aquello que sabemos hacer. Y experimentamos igualmente que desde nuestro interior (ADN) recibimos las directrices para nuestras actividades, siempre que hagamos las cosas con amor y nos dediquemos a nuestra labor implicándonos y responsabilizándonos de nuestro trabajo.
Por eso, dedicándose a una labor vocacional, ejerciendo una profesión que gusta y trabajando en un ambiente de respeto mutuo y confianza, los seres humanos damos lo mejor de nosotros mismos y cooperamos los unos con los otros. Entonces, observamos igualmente que todo se desarrolla espontáneamente de una manera cohesionada y experimentamos, además, que nos realizamos en el trabajo y que las actividades laborales nos dan energía y aportan satisfacción porque nos vitalizan, nos renuevan y nos hacen evolucionar.
En cambio, si el trabajo carece de incentivos que llenan nuestro corazón, o bien nuestro trabajo impide que nos impliquemos o exige cosas que no nos sientan bien, no producimos energía “ATP” y resulta que no somos nada eficientes ni productivos y que nos cansamos mucho. Entonces gastamos muchísima energía en cosas que por sí mismas no nos aportan nada y, por consiguiente, el trabajo no nos satisface, nos aburrimos, nos agobiamos y no prestamos atención, por lo que todo lo que hacemos carece de eficacia y de calidad.   

El intercambio entre el plasma sanguíneo y los líquidos tisulares  

Para satisfacer las necesidades de los tejidos, hay un intercambio constante entre el plasma sanguíneo y los líquidos en el medio interno del organismo. La sangre oxigenada administra las sustancias nutritivas y reguladoras junto con el agua pura que renueva los líquidos corporales que bañan las células en el medio interno. Y la sangre venosa se lleva del medio interno el agua contaminada con desechos procedentes del metabolismo celular. Con este agua se repone el componente líquido de la sangre que de lo contrario se secaría.
Resulta, sin embargo, que el sistema sanguíneo y los líquidos corporales mismos son incapaces de controlar dicho intercambio. Aunque la interacción entre el Corazón y el Riñón posibilita la dirección, nutrición y regulación del funcionamiento del organismo, ellos mismos no controlan en el medio interno las condiciones que determinan que unas veces salga el plasma nutritivo y otras veces entre el agua con desechos metabólicos.
De la regulación de la renovación de los líquidos en el medio interno y del aporte efectivo de los nutrientes se encarga el sistema linfático. La linfa constituye uno de los tres fluidos esenciales de nuestro organismo (agua, sangre, linfa) y el sistema linfático juega un papel fundamental en la salubridad de los mismos.
La base de la linfa la forman el agua y determinados ácidos grasos procedentes de la alimentación (Elemento Tierra) y las únicas células que contiene son los glóbulos blancos procedentes de los ganglios linfáticos. Al “barrer” el medio interno para recoger las fracciones proteicas (lo valioso) y el líquido que sobra, la linfa controla la presión que determina si sale el plasma de los capilares o entran los líquidos.
Además de esta función, la recogida de las partículas dañinas activa al sistema inmunológico. La linfa conduce dichas partículas a los ganglios linfáticos donde hay células (linfocitos) que investigan los microorganismos desconocidos y tienen la capacidad de generar medios específicos para combatir cada uno de la inmensa cantidad de diferentes tipos de microorganismos que pueden invadir el organismo, educándose así el sistema inmunológico adquirido. 

Como veremos en el siguiente artículo, el sistema linfático corresponde al Elemento Tierra (*). Es decir, cada persona individualmente y el conjunto del pueblo, los ciudadanos, los trabajadores, los maestros, los alumnos, etc. somos responsables de la regulación de las condiciones que determinan la satisfacción material, emocional, mental y espiritual en nuestro entorno social, laboral y productivo.
Se ha calculado que entre el aparato digestivo y el hígado (**) se generan las dos terceras partes de la totalidad de linfa del organismo. Y la función del sistema linfático en el intercambio entre el plasma sanguíneo y los líquidos corporales demuestra que, aunque el Riñón (labor directiva) mantiene el equilibrio fisiológico en el medio interno y el Corazón (labor ejecutiva) administra lo que los tejidos necesitan, esto no basta en absoluto para asegurar la nutrición, regulación, vitalización y regeneración del organismo (la comunidad).
Lo que ocurre cuando los ciudadanos, trabajadores,... se desentienden de esta función, es análogo a lo que ocurre cuando el sistema linfático es incapaz de ejercer sus funciones. Dichas funciones se anulan localmente cuando debido a un cáncer han extirpado los ganglios linfáticos en una de las axilas, por ejemplo. Vemos entonces que el brazo afectado se llena desorbitadamente de líquidos y que los tejidos se entumecen debido al estancamiento de sustancias nocivas y desechos metabólicos y por la falta de nutrientes. 

(*) La producción de los ácidos grasos que forman la base de la linfa, y asimismo la función de la linfa en el medio interno corresponden al estado “Montaña” (reflexión) del Elemento Tierra. La linfa se mueve lentamente por todo el organismo, como si estuviera barriendo a conciencia para darse cuenta de lo valioso y de lo dañino. Y es muy curioso que I Ching explique en el hexagrama correspondiente a la interacción entre la Montaña y el Agua, cómo deberíamos afrontar las dificultades que se nos presentan en la vida. Es el hexagrama 39: El Impedimento (ver último párrafo p. 319 y primer párrafo p. 320 de mi libro).

(**) Y en las páginas 296 y 297 viene lo que dice sobre la interacción del Elemento Madera (hígado) con el Elemento Agua. Este es el hexagrama 48: El Pozo de Agua. En él I Ching explica lo que hace falta para obtener el agua necesaria para la alimentación de una comunidad. Trata de la organización social en cuanto a sus necesidades vitales primarias.

  

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