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La crisis

Publicado el Lunes, 14 Noviembre 2011
Última actualización en Domingo, 21 Octubre 2018

El conocimiento de las leyes universales a las que la vida está sujeta según el I Ching, facilita la comprensión de los orígenes de la crisis monetaria que estamos sufriendo. Si tenemos en cuenta la norma básica del principio Yin-Yang, es lógico que nuestro sistema monetario esté en crisis y sea incapaz de curarse. Hemos visto (art. 3 Dinámica Vital) que dicha norma dicta que lo Creativo (Yang) da impulso, inspiración y dirección a la actividad materializadora de lo Receptivo (Yin), y que lo Receptivo entrega la materia formada a lo Creativo para que se transforme y lo creado se regenere, crezca y evolucione constantemente.

¿Por qué los economistas no se cuestionan en serio los principios del sistema económico? Los humanos hemos inventado este sistema y podemos rectificarlo. No está basado en ninguna ley de la naturaleza, sino muy al contrario. Como el sistema económico infringe las Leyes de la naturaleza, la Vida nos "castiga" mostrando las consecuencias de nuestros actos. ¿Hasta cuándo...?
Vimos al final del artículo 7 (Dinámica Vital), que el sistema capitalista infringe la norma del equilibrio Yin-Yang al buscar conservar las posesiones materiales y pretender aumentarlas continuamente. En vez de emplear el dinero según los principios Creativos (criterios de amor y equilibrio, valores humanos de moral y justicia), el capitalismo gasta muchísimo dinero en un sistema de poder y control para dirigir, restringir y predeterminar las transformaciones creativas de la sociedad, estimular que nos dediquemos a determinadas actividades y al consumo y compensar, controlar y castigar las consecuencias nocivas de dicho sistema, a fin de conseguir así un aumento ilimitado de posesiones materiales.
Basándose en la creencia de que la lucha por la supervivencia y la adquisición de posesiones y poder constituyen el motor de la actividad productiva del ser humano, el capitalismo ha creado una maquinaria que domina, dirige y manipula a la humanidad pretendiendo que este sistema sirva para el desarrollo humano. Sufrimos esta dinámica creyendo que nuestro sistema monetario es el mejor posible, pero los principios capitalistas son inviables debido a la ley universal del principio Yin-Yang, ya que es imposible generar indefinidamente cosas materiales.
I Ching explica que únicamente bajo la dirección de lo Creativo, cualquier manifestación material puede mantener su vitalidad. Las intenciones de lo Creativo le dan el impulso vital para generarse, vitalizarse y regenerarse y para crecer, diversificarse y evolucionar. Por eso, cualquier manifestación material sólo puede perdurar y expandirse si se entrega a los principios de lo Creativo y se somete a las transformaciones impulsadas por dicha fuerza vital primordial. Si no se guía por las indicaciones e intenciones de lo Creativo, la materia se vuelve inerte y se corrompe, pudriéndose y deshaciéndose lo que en apariencia son realidades sólidas y duraderas.
Que la vida funciona gracias a la interacción constante entre las fuerzas vitales de lo Creativo y lo Receptivo, lo experimentamos de una infinidad de formas. Y con respecto al sistema capitalista, experimentamos con frecuencia y de mil maneras que dicho sistema no funciona debido al poder corruptor y destructor que posee. Además, últimamente asistimos atónitos a la circunstancia de que para economistas y gobiernos parece ser lógico que la “desconfianza del mercado” haga que el dinero “se evapore” en la Bolsa y que haya que “recapitalizar” el sistema monetario mediante la misma Bolsa. Y cuando resulta que el sistema no se sanea, la única solución sería incrementar los impuestos, apretarse el cinturón y disminuir el gasto para todo lo relacionado con la realización de las intenciones de lo Creativo (las condiciones morales y justas para crear, nutrirse, cobijarse, realizarse y evolucionar).
Esta dinámica produce mucha desconfianza, confusión y desazón, sobre todo para la gente que no sabemos de economía. Pero como no entendemos cómo funciona ese sistema y nos han dicho siempre que somos idealistas que no entendemos la cruda realidad, pensamos que el sentido común y nuestros criterios personales pueden no ser válidos por lo que, aunque quejándonos, tendemos a aguantarnos y depositar la esperanza en alguno de los partidos políticos.

¿Los idealistas no entendemos la cruda realidad?

Tanto las explicaciones de I Ching sobre la dinámica vital como las aportaciones de la fisiología, de la biología y de otras ciencias modernas aclaran por qué podemos confiar en nuestras nociones íntimas. Los poderes del mundo dicen que creer en los ideales y las utopías no es realista, pero cuando observas la vida basándote en la dinámica vital del principio Yin-Yang y de los Cinco Elementos, resulta que las nociones íntimas de la humanidad concuerdan con las intenciones de lo Creativo y que el cumplimiento de dichas nociones se ajusta a la lógica de dicha dinámica.
Hemos visto (artículo 3, Dinámica Vital) que la interacción Yin-Yang busca por naturaleza un equilibrio vital que trae salud, abundancia y armonía. Es fácilmente imaginable que encontremos esto mismo si nos guiamos por el corazón y tomamos en serio los impulsos del espíritu humano y las nociones morales de la humanidad. Seguramente no es ningún lujo salvaguardar los valores humanos y proteger la dignidad humana en el trabajo sino, muy al contrario, una condición imprescindible para poder desarrollar entre todos un sistema monetario sano que sea capaz de mejorar la calidad de vida e incrementar los recursos y la cantidad de dinero necesarios para sostener un mundo en el que los valores y derechos humanos se manifiesten, se regeneren y se vitalicen.
En el artículo 4 hemos visto que el equilibrio Yin-Yang se mantiene debido a la dinámica que los Cinco Elementos mantienen entre sí. En el eje vertical de la dinámica saludable del Ciclo Cosmológico cada persona encuentra la dirección de lo Creativo del Cielo a través de las aportaciones del Elemento Agua. En el eje horizontal, los Elementos Madera y Metal actúan a través del ser humano centrado y las funciones emocionales y fisiológicas de los mismos indican de qué manera nos prestan su ayuda para dar forma a la esencia del espíritu humano.
El Elemento Madera corresponde a la naturaleza íntima del ser y a los valores y criterios morales que se nutren de las intenciones de lo Creativo del Elemento Agua. Asimismo corresponde a los procesos orgánicos que se rigen por las indicaciones de lo Creativo. Y hemos visto cómo la fisiología ilustra de qué manera las aportaciones del Elemento Madera fomentan la autorrealización de acuerdo con la esencia individual de cada uno, incrementándose así los recursos humanos y materiales así como el desarrollo del conjunto de la humanidad.
El Elemento Metal corresponde a las circunstancias en el entorno y a la sensibilidad del ser humano, su instinto, intuición y sensaciones y el sentido común y sentido de la justicia que señalan el camino a tomar en el mundo. Cuando prestamos atención a dichas señales preguntándonos el por qué de determinadas sensaciones y nociones, encontramos los criterios prácticos para crear un mundo capaz de generar, regenerar y vitalizar lo que hace falta para cumplir con las necesidades materiales de la humanidad.
Cada uno de nosotros es único, pero esto no quita que compartamos el mismo código ético. Reflexionando sobre las aportaciones de los Elementos Madera y Metal y observando el comportamiento humano, uno se da cuenta de que la mayoría de la gente se deja nutrir e inspirar por los criterios morales y prácticos que los seres humanos compartimos. En la vida privada y en el trabajo vocacional solemos basarnos en dichos criterios, aunque pensemos que los mismos no sirven para moverse en el mundo. Los criterios del mundo suelen provenir de las necesidades organizativas, pero también de todo tipo de intereses temporales, particulares, corporativos, partidistas y arbitrarios que constituyen el origen del abuso de poder.
Al basarse en intereses cambiantes y perecederos, los criterios del mundo suelen ser aquellos que infringen las normas humanas inherentes a nuestra especie. Sin embargo, aunque la mayoría de la gente se da cuenta y sufre siempre que se vulnera la dignidad humana, solemos aceptarlo pensando que no tenemos más remedio que adaptarnos a los criterios del mundo. Y llama la atención que casi siempre que hacemos o pedimos algo que va en contra de las normas humanas, nos disculpamos de antemano diciendo que el mundo es así. Si conocemos las normas humanas y reconocemos que los criterios del mundo son nocivos ¿por qué elegimos sufrir aceptando dichos criterios y esforzándonos por adaptarnos al mundo?
Si nos diéramos cuenta de que no es la naturaleza humana la culpable de la creación de un mundo enfermo sino el poder económico, descubriríamos que es mucho más fácil de lo que pensamos cambiar el mundo y sanar el sistema económico.

Idealismo realista

Los principios del sistema capitalista hacen que los intereses egoístas dividan a la humanidad y aíslen a los seres humanos. Cuando el ser humano persigue sus intereses momentáneos y pasajeros, no encuentra sus valores íntimos ni criterios fiables para cumplir con sus necesidades vitales por lo que se siente insatisfecho. Entonces busca satisfacer sus necesidades temporales peleándose y adquiriendo poder, o bien, arrimándose a los poderosos. Y por falta de valores y criterios para satisfacer sus verdaderas necesidades, en el fondo se siente inseguro aunque lo enmascara ejerciendo el poder sobre los demás o buscando cobijo bajo las alas protectoras del poder y en las costumbres establecidas.
Esta inseguridad se debe a que los criterios interesados bloquean la fuente vital interior que inspira nuestras vidas. De ahí que en la medida en la que una persona se guíe por el interés pasajero, perderá su libertad interior y se encontrará cada vez más perdida y abandonada. Por eso experimentamos que no sólo las personas sometidas y reprimidas sino también los jefes y líderes pueden comportarse como borregos, y que hay muchas personas humildes que conservan su libertad interior y por tanto la dignidad humana, a pesar de la pobreza y la dependencia económica.
El gran problema de fondo de la humanidad es probablemente la inconsciencia del hecho de que la inteligencia de la Vida dota a cada ser vivo con su propia fuente de sabiduría interior. Cada uno de nosotros lleva los valores duraderos y sanos así como los criterios sanadores en su propio interior, y dichos valores y criterios esenciales los comparten, en el fondo de su ser, también las personas que se dejan corromper por los valores y criterios del mundo.
Igual que el código genético en el núcleo de cada célula posibilita que ésta ejerza sus funciones y mantenga la cohesión del cuerpo, el ADN humano impulsa las actividades humanas siempre que nos abramos a esta fuente vital interior. Bebiendo de su fuente interior, cada materia viva, cada ser y cada persona encuentra los criterios que necesita para ejercer su misión en la vida. Y las aportaciones de dicha fuente sirven al mismo tiempo para realizarse personalmente y para mantener la cohesión del conjunto.
Así que, basándome en la dinámica vital del principio Yin-Yang y de los Cinco Elementos, me atrevo a asegurar que dedicándose cada uno de nosotros a vivir con sinceridad interior para beber de su propia fuente vital, todos recibiremos la ayuda de la inteligencia de la Vida para cumplir espontáneamente con nuestra misión personal en el mundo laboral. Regulándonos desde dentro, no hay necesidad de control externo para mantener la cohesión de la sociedad. Yendo por el camino marcado por la Inteligencia del profundo sentir que nos conecta con la sabiduría de la Naturaleza, surgen por vías naturales los procesos orgánicos dirigidos por lo Creativo que lleven a una cohesión interior que se irradia hacia fuera creando un mundo humano. Escuchándonos, respetándonos y arropándonos, conseguiremos que el mundo y su sistema económico se vayan modificando de acuerdo con el código ético de la humanidad.
“El noble continúa en el mundo humano la obra de la naturaleza al reconocer y respetar su dependencia de las fuerzas armoniosas y benignas del orden universal,” dice I Ching. Por eso, si confiamos en nuestras sensaciones y nociones íntimas y nos escuchamos con sinceridad interior respetando nuestras limitaciones, aprenderemos paso a paso, inspirados y guiados por las indicaciones de lo Creativo, a comportarnos de modo que nuestra sociedad se convierta en un lugar lleno de salud, abundancia y armonía, igual que la naturaleza si goza de un equilibrio ecológico.

22-03-2014: Ver también http://www.rebelion.org/noticia.php?id=182359 reseña de “Los nuevos amos del mundo” de Jean Ziegler