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7. La violencia. 5º Círculo vicioso

Publicado el Martes, 31 Mayo 2011
Última actualización en Lunes, 09 Enero 2017

Si no nos paramos cuando nos hemos perdido, sobrevivimos conducidos por un piloto automático y no reciclamos la "basura" acumulada en nuestro interior. La tensión interior que se genera así, la descargamos mediante estallidos de violencia. Si a pesar de esto uno no se para, a fin de volver en sí y buscar el origen de su agresividad, la violencia se instalará en la programación de su piloto automático. Entonces, el Elemento Madera desequilibrado (frustración e ira) toma el poder sobre su “Abuelo” (Metal) e “Hijo” (Fuego) en el círculo vicioso de la violencia.

La dinámica en el triángulo Madera-Metal-Fuego es la consecuencia directa del tercer círculo vicioso, el poder del ego. En él culpamos a los demás de nuestro malestar y pretendemos cambiarles a ellos para mejorar nuestras circunstancias, en vez de buscar el origen a fin de solucionar el problema que provocó nuestra ira. Si no nos damos cuenta que de esta manera nuestro malestar no desaparece sino que se hace crónico, entramos en un círculo vicioso de luchas de poder en las que las dos partes pierden y el problema se agrava. Al contrario de lo que ocurre cuando aprovechamos las influencias beneficiosas de los Elementos Madera y Agua que se activan cuando nos perdemos; la dinámica Madera-Metal-Fuego que surge al dejarnos conducir por el ego y por la ira, hace que escondamos el problema subyacente y que, además de destruir nuestro entorno, dañemos gravemente la esencia de nuestro ser.

Las primeras experiencias con el ego las tenemos a la edad de dos a tres años
, cuando tomamos conciencia de nuestra individualidad y libre albedrío. Entonces, los niños empiezan a experimentar que actuar con libertad implica tener la responsabilidad de sus actos y que esto les hace vulnerables. Experimentan además que hay que esforzarse, dedicarse, arriesgarse y equivocarse, tanto para conseguir algo como para conservar la libertad interior para ser leales a sí mismos. 
Por comodidad y para evitar castigos y sufrimientos, y sobre todo si les faltan la tranquilidad, seguridad y confianza para centrarse y escucharse (guiándose por lo Creativo), a esa edad los niños que temen implicarse, se apoyan en el ego para conseguir lo que quieren. De ahí que puedan desarrollar unas dotes manipuladoras asombrosas, sobre todo si les permiten sus caprichos o los protegen demasiado.
De esta manera experimentan también las desventajas del poder del ego, dándose cuenta de que esta clase de libertad no les gusta ya que conlleva un estado de insatisfacción y ansiedad que impide disfrutar de lo que consiguen. Por eso, la mayoría de los niños se corrigen por sí solos y van probándose, retándose y arriesgándose hasta lograr por ellos mismos lo que quieran conseguir. Descubren así sus dotes creativas, experimentan que no paran de descubrir y aprender cosas nuevas y se dan cuenta de que esto sí les satisface.
El grado de lealtad a su verdadero ser depende sobre todo del amor, arropamiento y respeto que reciben en el hogar, de la seguridad, la confianza, la libertad creativa y de las normas de justicia que experimentan durante su formación. Y estas condiciones dependen en gran medida del grado de seguridad, confianza, libertad y justicia de los padres y demás educadores. Todos, padres e hijos tenemos que aprender nuestras lecciones de vida para ser felices. Nadie es perfecto y todos erramos, pero si hay amor, sinceridad y atención, superamos cualquier problema y aprendemos así nuestras lecciones de vida.

Los enfados

Perder el equilibrio emocional y enfadarse es muy humano. Es más, si no lo hiciéramos, nos faltaría una parte de las sensaciones que necesitamos para defendernos de las influencias nocivas en el entorno y asimismo para ir conociéndonos. Al reaccionar alterándonos emocionalmente, nos damos cuenta de que algo no va bien y, gracias a esto, podemos descubrir cuál es el problema, resolverlo y superarnos.
A lo largo de la vida nuestras emociones nos desequilibran infinidad de veces. Por ejemplo, el enfado repentino es una reacción impulsiva del sistema inmunitario de defensa. Los enfados facilitan darnos cuenta de cómo somos y tomar conciencia de nuestros valores, limitaciones y dificultades. De esta manera vamos conociéndonos, respetándonos y superándonos, y recibimos las lecciones de vida que nos hacen evolucionar y estar despiertos, atentos y alertas.
Las emociones sólo se hacen problemáticas en sí mismas si nos montamos en el caballo desbocado de los impulsos emocionales. Entonces, saltamos con este caballo de un lado para otro sin llegar nunca a ninguna parte. En este caso, nos dedicamos a controlar nuestro "caballo desbocado" por lo que las emociones no van a aportarnos nada provechoso sino, muy al contrario, dan lugar a una espiral de sufrimiento, agresividad y violencia en la que se acumulan los sentimientos negativos, nos perdemos a nosotros mismos, atacamos a los demás y se producen cada vez más problemas en nuestro entorno. Esta espiral destructiva corresponde al círculo vicioso de la violencia.
En este círculo vicioso la persona no se implica ni se responsabiliza de sus actos, puesto que, según su visión de las cosas, todo lo malo es culpa de otros y de las circunstancias, como en el tercer ciclo vicioso, pero agravado por el uso de la violencia. De ahí que el Elemento Tierra (personas) tampoco está incluido en el círculo vicioso de la violencia cuya dinámica se determina por la oposición Madera-Metal-Fuego del piloto automático.

La dinámica Madera-Metal-Fuego

Las alteraciones emocionales salen a la luz en el Elemento Metal, las circunstancias en el entorno. Si uno no afronta estas circunstancias queriendo digerir los acontecimientos y descubrir las causas interiores de su alteración, se monta en el caballo desbocado de la ira (Madera desequilibrada) y pretende cambiar por la fuerza las leyes naturales orgánicas (Madera) a las que la vida está sujeta, a fin de crear en su entorno (Metal) las circunstancias que su ego desea.

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El círculo vicioso de la violencia

Así, nos oponemos a las influencias naturales -tanto de nuestra propia naturaleza como de la naturaleza humana- e intentamos dominar por la fuerza a los demás, en vez de abrirnos a las aportaciones de nuestra naturaleza íntima para resolver los problemas que han surgido en la convivencia con ellos, tal como ocurre gracias a la interacción fluida del ciclo de regulación Madera-Tierra-Metal en el Ciclo Cosmológico (ver imagen más adelante).
Según la experiencia de la medicina china, el egoísmo y la ira afectan negativamente a las funciones del hígado (Madera) por lo que la sangre se altera (Fuego) y vamos a tener “Exceso de Fuego”. El Elemento Madera es sumamente generoso, como muestran las actividades del hígado cuyas células están continuamente trabajando para elaborar y suministrar aquello que las demás células del organismo necesitan.
Así que, el ego actúa en total desacuerdo con la forma de ser del Elemento Madera por lo que sus influencias le hacen muchísimo daño y alteran sus funciones. Como hemos visto en el hexagrama 57: Lo Suave, la fuerza primordial de Madera actúa como un suave viento que llega a todas partes adaptándose a las circunstancias, sin para ello cambiar de dirección. Por eso, las influencias beneficiosas del Elemento Madera ayudan a mantener el rumbo dictado por nuestra esencia. Sin embargo, la ira altera estas influencias aun más que el poder del ego y eso repercute violentamente en el Elemento Fuego (amor y mente), ya que éste se nutre de las aportaciones del Elemento Madera, igual que la sangre se nutre de las aportaciones del hígado.
En el ámbito emocional experimentamos que las reacciones agresivas producen automáticamente efectos viciosos. El enfado es un acto reflejo del sistema defensivo, como la fiebre. Si no nos paramos para encontrar su procedencia y equilibrarnos, provocamos que el proceso natural de curación (Madera) se paralice, se altere y se modifique bruscamente. A consecuencia de esto, el sentir y la mente (Fuego) se nublan, se contaminan y se calientan por lo que los sentimientos y los pensamientos negativos se apoderan de nosotros.
Luego, al no tomarse su tiempo para digerir las cosas, la impaciencia y prepotencia (Fuego desequilibrado) se vuelven en contra de las influencias beneficiosas de Madera y ésta se vuelve en contra del Metal. Si uno no toma la responsabilidad de sus actos, su piloto automático crea condiciones antinaturales e inhumanas que destruyen la vida. Al enviciarse el ambiente en el entorno (Metal) de las personas violentas, crecen los problemas y estos son cada vez más graves, tanto para ellas mismas como para la gente a su alrededor. De esta manera la naturaleza enseña que los problemas no se solucionan por la fuerza sino que, muy al contrario, se agravan al intentar dominar sus consecuencias mediante actitudes y medidas agresivas y cuando recurrimos a la violencia.

Tomemos ejemplo de la naturaleza

Si comparamos la dinámica de círculos viciosos que determina el orden del mundo, con la de los ciclos vitales en el Ciclo Cosmológico, se muestra dónde fallamos. En la imagen más adelante, se ve que la Inteligencia de la Vida regula el desarrollo de la vida mediante ciclos vitales de interacción entre los Elementos complementarios. En vez de las flechas que se cruzan en el Ciclo de Control del orden del mundo, en la dinámica natural surge un movimiento fluido entre los Elementos cuyos efectos benefician la vida terrenal, al ubicarse el Elemento Tierra en el centro de sus influencias.
En el orden del Tao, ningún Elemento ejerce poder sobre otro. Todos se dedican a sus funciones y éstas se complementan entre sí gracias a los ciclos vitales establecidos por este maravilloso orden. También en la vida humana resulta que nos complementamos de forma natural, si cada uno se dedica a su cometido y se responsabiliza de su trabajo. Damos lo mejor de nosotros si somos leales a nuestro verdadero ser y cada uno se abre a los estímulos que afluyen hacia él desde las profundidades de las fuerzas creativas en su interior. Para ello, hay que estar en el centro de la interacción entre los Elementos activos que impulsan la dinámica de los ciclos vitales.
El cauce de cualquier ciclo vital es el mismo en todos los casos, dado que su forma (la flor de cuatro pétalos) se determina por la interacción Yin-Yang entre los Elementos Agua y Fuego (8) y la interacción Yin-Yang entre los Elementos Madera y Metal (∞) cuyas aportaciones mantienen el equilibrio vital. Lo que varía es la dirección de la corriente que fluye por este cauce. Según la función reguladora o nutritiva de su cometido para con la Tierra (en el centro de la flor), las fuerzas naturales interactúan bien con su pareja complementaria, ó con su vecina. La interacción entre los Elementos vecino posibilita la nutrición y evolución del Elemento Tierra (ver recorrido en la "flor" roja).

El cauce de los ciclos vitales indica que las fuerzas primordiales de la naturaleza, los Elementos Metal, Madera, Agua y Fuego, no nos controlan sino que nos acogen (Elemento Tierra) en su seno. Al observar el trayecto señalado por las flechas en ambas flores, se ve que la interacción Madera-Agua (regulación) y la interacción Metal-Agua (nutrición) pasan por la Tierra, incluyéndonos en su movimiento. Ambos ciclos vitales nos mantienen así en el centro de las influencias beneficiosas de las cuatro fuerzas naturales. De ahí que interiorizar (Agua) las vivencias es primordial.
Los estímulos que afluyen desde nuestro interior, ayudan a digerir los acontecimientos y asimilarlos. Podemos buscar el hexagrama que corresponde a las condiciones que se generan cuando interiorizamos nuestras vivencias. La convivencia corresponde al estado creativo Lago por lo que el hexagrama que aclara la actitud requerida para aprovechar los estímulos del Agua, está formado por el trigrama Lago en la base y, encima de él, el trigrama Agua, la fuerza natural a donde nos dirigimos. Este hexagrama (nº 60) se llama La Restricción. Trata de la autodisciplina: “Las firmes restricciones que el noble impone a sus actos, los límites puestos por la lealtad y la abnegación.”
Los consejos que I Ching da en este hexagrama sirven tanto para el estudio y la asimilación de la información, como para digerir situaciones difíciles, aclararte y resolver problemas. Al consultar nuestro interior, se activa la interacción Metal-Agua por lo que se inicia el ciclo vital de la nutrición y recibimos los estímulos para digerir las vivencias y aprender las lecciones de vida. Los estímulos que surgen gracias a esta interacción, los hemos visto al final del primer círculo vicioso donde aludimos al hexagrama La Dificultad Inicial. Este hexagrama (nº 3) está formado por el trigrama Trueno en la base, y el trigrama Agua en la cima.
Igualmente en el ciclo vital que nos regula, la actitud recomendada en la Restricción sirve para recibir los estímulos del “brazo de Madera” que nos conduce hacia la interacción Madera-Agua del hexagrama El Pozo de Agua que hemos visto al final del cuarto círculo vicioso.
El Libro de las Mutaciones sorprende una y otra vez por su sabiduría. Así, los hexagramas que se forman al seguir el cauce de los ciclos vitales, aclaran muy bien cómo incrustamos en la vida humana el cauce que mantiene el equilibrio Yin-Yang. Sorprende la coherencia de los consejos que I Ching da en estos hexagramas. Es perfectamente entendible que al seguir sus consejos, adquirimos un código de conducta que mantiene el equilibrio Yin-Yang en nuestro interior y en nuestro entorno. 

¿Cómo se incrusta el cauce del principio Yin-Yang?

La coherencia de los consejos consecutivos en hexagramas que son aparentemente aleatorios según su numeración, parece milagrosa. Sorprende que I Ching pueda explicar así cómo incrustar el cauce de los ciclos vitales que mantienen el equilibrio Yin-Yang. Estos hexagramas, sin embargo, corresponden a las relaciones entre las fuerzas naturales en el Ciclo Cosmológico cuyos ciclos vitales son determinados por la Inteligencia de la Vida. El eje horizontal corresponde a las condiciones espaciotemporales que creamos en  la vida cotidiana, y el eje vertical corresponde a la dirección que damos a nuestra vida personal. 
En el eje horizontal se incrusta el cauce en el que se generan las condiciones vitales que corresponden a los hexagramas el Aumento (nº 42) y la Duración (nº 32). Si mantenemos la calma en el estado receptivo Montaña, las aportaciones del Elemento Metal (entre ellas, las normas de justicia) forman la base del movimiento vital que surge en la interacción entre las fuerzas primordiales Trueno y Viento (Metal-Madera). En el hexagrama Aumento, I Ching explica cómo aprovechar esta interacción para encontrar el camino hacia el propio mejoramiento.
El hexagrama Duración surge cuando nos regimos por las aportaciones del Elemento Madera (entre ellas, las nociones morales). Entonces, éstas forman la base de la interacción con su fuerza complementaria, el Elemento Metal, por lo que se forma el hexagrama 32: La Duración, donde el trigrama Viento (Yin) está abajo y el trigrama Trueno (Yang) arriba.
En la Duración I Ching habla de la unión como estado duradero, gracias a la receptividad interior del Viento. Gracias a los fundamentos eternos de la esencia de nuestro ser (Madera), se genera un movimiento duradero que nos mantiene en nuestro camino. “Su ida y venida obedece a leyes duraderas,” comenta I Ching. “Así la independencia del hombre noble tampoco se basa en inmovilidad o rigidez. Siempre vive de acuerdo con el tiempo y varía con éste. Lo duradero es el rumbo firme, la ley interior de su ser, la que determina todos sus actos.”
De modo que el movimiento infinito (∞) en el eje horizontal hace que nos regulemos espontáneamente cuando afrontamos las circunstancias cambiantes (Metal) aplicando las normas del sentido de la justicia y guiándonos por los criterios morales que determinan nuestra humanidad y sostienen nuestra identidad (Madera). Así que, este ciclo vital nos regula si respetamos las normas de conducta inherentes a nuestra especie (Metal) y si respetamos nuestro verdadero ser (Madera) guiándonos por las nociones morales que nos sientan bien. De esta manera se incrusta automáticamente el cauce del movimiento infinito que mantiene el equilibrio Yin-Yang.

Activamos el movimiento fluido (8) en el eje vertical cuando bebemos de la Fuente Vital en nuestro interior: El Pozo de Agua. Las influencias beneficiosas de lo Creativo que emanan de esta Fuente, nos modifican al desarrollar nuestra esencia más elevada mediante el amor, la justicia y la moral, y nos mantienen en concordancia con el gran equilibrio, el orden del Tao.
Los estímulos que afluyen desde el Elemento Agua, nos hacen crecer hacia la luz en el Elemento Fuego (corazón y mente, amor y conciencia). Surgen así las condiciones espaciotemporales que se describen en el hexagrama 64: Antes de la Consumación, formado por el trigrama Agua en la base, y el trigrama Fuego en la cima. Señala el tiempo en el cual todavía no se ha consumado la transición del desorden al orden. La transformación ya está preparada, pero las cosas no se hallan aún en su sitio.
Por eso, en él I Ching comenta que “por el momento, todavía hay que proceder con sigilo y cautela.” Para explicar cómo hay que actuar, utiliza la imagen de un zorro que atraviesa el hielo de un río. “Atentamente ausculta el crujido y elige cuidadosamente y con circunspección los puntos más seguros.” O, dicho de otra forma, para avanzar hay que ir paso a paso y poner el pie sobre tierra firme, lo consistente. “Así el noble es cauteloso en la discriminación de las cosas, a fin de que cada una llegue a ocupar su lugar. A fin de poder manejar debidamente las fuerzas exteriores, es menester ante todo que uno mismo adopte un punto de vista correcto, pues sólo desde esa mira podrá actuar adecuadamente.” Adquirimos un punto de vista correcto gracias a la introspección y la fijación de límites en la Restricción, hexagrama Lago-Agua.
Cuando actuamos de acuerdo con las recomendaciones para el tiempo del hexagrama 64, las cosas caen en su sitio en el corazón y en la mente (Fuego). Al tomar conciencia de los nuevos conocimientos, surgen las condiciones vitales que se describen en el hexagrama 63: Después de la Consumación. Este hexagrama tiene el trigrama Fuego como fundamento y encima de él va el trigrama Agua. Creamos estas condiciones al dirigirnos otra vez al Agua, antes de proseguir hacia el Elemento Metal que representa las circunstancias en nuestro entorno. Entregándonos al movimiento Agua-Fuego, Fuego-Agua, Agua-Fuego, afianzamos las aportaciones de lo Creativo en nuestra conciencia.
En el hexagrama Después de la Consumación I Ching habla del peligro de este tiempo "en el cual la transición de la confusión al orden ha quedado consumada y, también en los detalles, todo se halla ahora en su sitio por lo que todo sigue su marcha como por sí mismo.” Entonces, fácilmente nos confiamos pensando que este orden es duradero por lo que nos relajamos y dejamos de prestar atención. La vida, sin embargo, es un proceso de cambios constantes. Si dejamos las cosas a su curso, del estado de orden surge la decadencia. De ahí que “comer perdices” no significa que seamos felices para siempre.

Comer perdices

Una vez limpiado, incrustado y actualizado el cauce de las interacciones que mantienen el equilibrio Yin-Yang, estaremos en condiciones de afrontar los retos que la vida cotidiana nos depara. Pero, para mantener el orden del Tao, tenemos que ser humildes y adaptarnos a las circunstancias cambiantes en el Elemento Metal, abiertos a disfrutar de la vida y dispuestos a aprender de sus dificultades. Podemos “comer perdices” gracias a la ayuda que recibimos de la interacción entre los Elementos vecino en el cauce del ciclo de nutrición.
La Inteligencia de la Vida ofrece el  ciclo vital de nutrición a los seres que encuentran la comida para subsistir en la faz de la tierra. Los que tienen libre albedrío, disponen de este ciclo para mantener su libertad de acción y para reconquistarla diariamente. El recorrido a través de las aportaciones de las fuerzas naturales sirve tanto para digerir los alimentos como las vivencias. Los efectos de su digestión generan la biodiversidad cuyas características se determinan por la capacidad de aprendizaje de los seres individuales y por la libertad creativa que desarrollan.
Su cauce lleva del Elemento Metal al Agua (hexagrama La Dificultad Inicial) y prosigue del Agua a Madera, de Madera a Fuego y de Fuego a Metal. Las condiciones que se generan en este recorrido se describen en los siguientes hexagramas: La Disolución (del egoísmo separador), El Caldero (en el que recibimos los regalos del Viento y las lecciones de vida de Madera) y La Plenitud (donde se logra mediante la claridad del Fuego el florecimiento de la vida pública). Para ver el significado de estos hexagramas: abrir el enlace "ciclo vital de nutrición".