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¿Qué es el I Ching?


El I Ching arcaico fue escrito hace unos 4.000 años y todas las ciencias naturales en la antigua China se basaron en los conceptos vitales primordiales de dicha obra. Son el concepto del principio de la complementariedad de lo Creativo (Yang) y lo Receptivo (Yin) que posibilita que la vida exista, y el concepto de la dinámica que las fuerzas de la naturaleza mantienen entre sí para asegurar un desarrollo equilibrado de todos y cada uno de los seres vivos y, en general, del conjunto de la Creación.
Los conceptos vitales del I Ching han resistido el paso del tiempo gracias a la Medicina Tradicional China cuyos fundamentos, el principio Yin-Yang y la Teoría de los Cinco Elementos, tienen sus raíces en la concepción de la realidad que se expresa en dicha obra. Lo que no ha resistido el paso del tiempo es la aplicación de dicha Teoría a la convivencia y a la educación para el desarrollo personal. Y eso a pesar de que en la antigüedad se utilizaba el I Ching incluso para el arte estatal en China.

En occidente conocemos el I Ching sobre todo como un oráculo sabio pero difícil de comprender. Sin embargo, cuando indagamos en la información del “Libro segundo” -en la traducción del chino al alemán por Richard Wilhelm- se revela que está construido sobre un sistema binario sencillo y lógico que posee en sí mismo una coherencia manifiesta fácilmente reconocible.
Dicha coherencia se debe a las leyes del orden universal y en el I Ching se explica cómo deberíamos actuar para adaptarnos a estas leyes. Para indicar la concepción de la realidad que se refleja en dicha obra, cito algunas de sus afirmaciones:
“La vida existe gracias a la interacción complementaria entre lo Creativo y lo Receptivo. Lo Creativo es la energía originaria, luminosa, espiritual, fuerte y activa del Tao que promueve, inspira y dirige las transformaciones a las que cada ser vivo está sujeto. Lo Receptivo es la disposición de entrega a las intenciones transformadoras de lo Creativo así como la capacidad de materializar las mismas en una forma consistente, concreta y palpable.” (Dinámica Vital, art. 3)
“Las fuerzas de la naturaleza promueven los cambios y transformaciones que mueven el mundo.” (Dinámica Vital, art. 4).
“El noble continúa en el mundo humano la obra de la naturaleza al reconocer y respetar su dependencia de las fuerzas armoniosas y benignas del orden universal.” (Reflexiones, “Un mundo humano”).