Imprimir

Educación y política

Publicado el Martes, 02 Enero 2018
Última actualización en Miércoles, 07 Marzo 2018

La democracia defiende los derechos humanos, el pueblo elige sus gobernantes, los gobiernos diseñan un sistema educativo que busca la igualdad y el respeto a los valores humanos. Sin embargo, en la educación aumenta la falta de respeto y en la sociedad aumenta la desigualdad. ¿A qué se debe esto?
I Ching aclara el fondo de esta cuestión en un hexagrama que trata de la interacción entre los elementos Madera y Agua: El Pozo de Agua. El elemento Madera (árbol) es la fuerza primordial que rige los procesos orgánicos que mantienen la cohesión de la vida gracias a la convivencia. Madera es el símbolo de la Naturaleza, la que nos rodea y la naturaleza individual de cada ser. El elemento Agua origina la vida. Se rige por lo Creativo, la fuerza espiritual que genera, nutre, salvaguarda y desarrolla la esencia de todos y cada uno de los seres vivos. El Pozo de Agua trata de la organización social de la vida humana en cuanto a sus necesidades vitales primarias.

El Pozo es el símbolo de la estructura fundamental e inalterable de la vida humana. I Ching aclara que para desentrañar los secretos que mantienen la cohesión de la vida, debemos perseverar en nuestro interior y subir el “Agua” de nuestro “Pozo”. Igual que un árbol succiona el agua subterránea hacia arriba, así los seres humanos se nutren del “agua subterránea” que emana de su fuero interno. Las raíces de nuestro “árbol” extraen la substancia vital (Yin) del Pozo con la ayuda de lo Creativo del Agua que hace que la “savia” llegue al corazón de nuestro ser, donde la luz de la conciencia hace que la esencia vital circule por “el tronco, las ramas, las hojas, las flores y los frutos de nuestro árbol” y podamos realizar la esencia de nuestro ser.
Perseverando en nuestro interior, percibimos los estímulos de lo Creativo. En el hexagrama Pozo de Agua, I Ching especifica que el “agua subterránea” de la vida es la fuente inagotable de la naturaleza divina de nuestra esencia (ADN). Gracias a las características de nuestra naturaleza íntima, “la organización social de la humanidad es como un pozo de agua inagotable cuya estructura es eternamente la misma.”
En el Libro III del I Ching (pp. 720, 721) se explica que en la antigüedad feudal el gobierno organizaba la sociedad alrededor de un pozo. “Se distribuían los campos de modo que ocho familias circundaran con las tierras que les eran adjudicadas, un centro en el cual se hallaban ubicados el pozo y el poblado, un centro que había que cultivar obligatoriamente en mancomún a beneficio del gobierno central. En estas condiciones los convecinos dependían desde luego de una cooperación social entre ellos.” El texto arcaico dice: “Así el noble alienta al pueblo en sus labores y exhorta a las gentes a ayudarse mutuamente.”

El camino de la Vida

Mediante los hexagramas, I Ching explica que la naturaleza tiene sus propias leyes y que, acoplándonos a ellas, nos mantenemos espontáneamente en el “camino de la Vida”. En el Pozo de Agua explica que la cohesión social surge de forma natural. Para gestionar la manutención del pueblo y salvaguardar la paz en el Estado, en aquella época se organizó la sociedad creando pequeñas comunidades donde la gente tenía las necesidades vitales primarias cubiertas para poder labrar las tierras y trabajar para el bien común. La convivencia y la tarea común fomentaban la unión entre los convecinos, haciendo que su trabajo redundara en beneficio de todo el Estado.
La “flor” de la siguiente imagen muestra la dinámica natural que mantiene la cohesión de la vida. Las flechas señalan el camino fluido e infinito que se abre al nutrirse la naturaleza (Madera) del agua subterránea de la vida (Agua). Obedeciendo la llamada interior de nuestra naturaleza, desde dentro afluyen hacia nosotros estímulos que conducen nuestros actos. O, lo que lo mismo, bebemos el Agua del Pozo y recibimos la “savia” que nutre nuestro corazón (Fuego). Perseverando en nuestro interior (Agua) nos centramos, la naturaleza (Madera) nos inspira por lo que actuamos de forma coherente. O, lo que es lo mismo, avanzamos siguiendo el camino del Tao, el camino de la Vida.
La “savia” que llena el corazón humano (Fuego), se produce cuando respetamos y cultivamos los valores humanos. Por naturaleza (Madera) y de forma innata, cada ser reconoce las leyes de la vida y las normas de su especie. Rigiéndonos por ellas, se mantiene la cohesión de la vida humana.
El eje horizontal (∞) representa la manutención de la vida en la faz de la Tierra, donde cultivamos los víveres materiales, emocionales, mentales y espirituales que nos nutren, nos renuevan y nos vitalizan. En nuestro interior fluye la interacción entre los elementos Metal y Madera por lo que surge el principio primordial de entrada-salida (inspiración-espiración, contracción-dilatación, dar-recibir). En la convivencia se generan los procesos orgánicos que mantienen la vitalidad mediante las relaciones de dar y recibir en la vida personal, familiar, social y laboral. Nutriéndonos, renovándonos y vitalizándonos, estos procesos nos satisfacen y dan sentido a nuestras vidas.

fig-4-3 Art

Encontramos el camino bebiendo el Agua de nuestro Pozo

La dinámica en el eje vertical (8) endereza el “tronco de nuestro árbol” dando dirección a nuestro desarrollo. La interacción entre los elementos Agua y Fuego posibilita el gobierno y la gestión de la vida. En el cuerpo y en la naturaleza, este eje corresponde a la circulación de los víveres para que la “savia” de la vida nutra los seres vivos que comparten un territorio, tal como la sangre nutre las células de un cuerpo. El Agua del Pozo de cada uno posibilita el gobierno y la gestión de la vida personal de tal modo que nos desarrollemos de forma autónoma conservando la cohesión. Asimismo, el Agua del Pozo posibilita el gobierno y la gestión de cualquier comunidad grande o pequeña y el gobierno del Estado de tal manera que la sociedad se desarrolle de modo autónomo conservando la cohesión. De esta manera, la convivencia genera aquellas condiciones vitales que satisfacen las necesidades primarias de todos sus miembros.
Tales condiciones se generan gracias a las leyes normativas que rigen la naturaleza. La naturaleza busca siempre y continuamente la cohesión de la vida. Por eso, acoplándonos a las leyes universales que regulan la vida, en la convivencia se genera y se renueva continuamente un orden vital que fomenta tanto el desarrollo y la cohesión de cada miembro como el desarrollo y la cohesión de la sociedad. De forma natural, conservamos así la cohesión de la vida en el ámbito personal, familiar, social y laboral de la sociedad.
Para preservar la cohesión de la vida, es imprescindible cuidar de nuestro Pozo y subir el Agua para nutrir nuestra naturaleza íntima (Madera) y regar nuestras “tierras” de cultivo (Metal, circunstancias cambiantes). Cuidamos del Pozo perseverando en nuestro interior y, siendo sinceros con nosotros mismos, sacamos de él Agua pura y fresca. Recogidos en nuestro interior, nos abrimos hacia los estímulos creativos que afluyen hacia nosotros desde lo hondo de nuestro ser. Obedeciendo estos estímulos nos centramos, nos sentimos bien con nosotros mismos y de forma natural actuamos de un modo coherente.

Lo Creativo del Agua

El Libro de las Mutaciones (I Ching) enseña que la vida existe porque lo Receptivo de la Tierra acoge dentro de sí el modelo determinado de cada ser (ADN), le da su forma corporal y hace posible que nazca, prospere y se despliegue. Por eso, la condición vital de todos los seres se determina por lo Receptivo y cada ser da forma a su esencia espiritual guiándose por las instrucciones de lo Creativo. La configuración terrenal de lo Creativo del Cielo es el elemento Agua. Gracias a ello, el agua es la fuente de la vida y “bebiendo el Agua de nuestro Pozo” percibimos en nuestro interior las indicaciones de lo Creativo que señalan nuestro camino en la vida.
I Ching explica que lo Creativo es la fuerza primordial que despierta y desarrolla nuestra esencia más elevada mediante el amor incondicional (Fuego), las normas del sentido de la justicia (Metal), las nociones morales de humanidad (Madera) y la sabiduría que reconoce las leyes de la vida en todo lo que acontece (Agua). Perseverando en nuestro interior, penetramos hasta el sitio donde emana el “agua subterránea” de la vida. Se posibilita así que cada uno tome conciencia de lo que es esencial en su vida y desarrolle lo mejor de sí mismo.
La siguiente aclaración de I Ching da una idea de cómo actúa lo Creativo en nuestro interior (ver: pp. 463 y 464): “La vía de lo Creativo obra mediante la modificación y la transformación. Lo Creativo en la naturaleza presenta el fuerte, infinito movimiento que hace que todo se produzca a su debido tiempo. En virtud de la energía creativa de la naturaleza, los seres se van modificando y formando a fin de que cada uno adquiera la correcta naturaleza que le está destinada, y logre duradera concordancia con la gran armonía. Al hallar así cada ser su propia índole, surge en el mundo una armonía grande y duradera, que se expresa mediante el concepto de lo Perseverante.”
En el hexagrama Lo Creativo (p. 80: dictamen) se especifica el concepto de lo Perseverante así: “Lo Creativo en el mundo humano obra elevado logro, propiciando por la perseverancia (en nuestro interior, Pozo). El logro será otorgado desde las profundidades primordiales del acontecer universal, todo dependerá de que sólo mediante la perseverancia en lo recto uno busque su propia dicha y la de los demás.”

Nuestra fuente de vida

Todos los seres vivos disponen en su interior del Pozo de Agua. Es la fuente de vida que transmite a los seres vivos los secretos y las leyes universales de la vida mediante lo que I Ching llama “la simiente de lo Creativo”. Probablemente, se refiere a la molécula ADN que contiene la información vital que es el resultado de millones de años de experiencia de vida.
En la naturaleza, los seres vivos se guían por las normas inherentes a su especie y por las características individuales de su ser, conformándose a las leyes universales que rigen todos los procesos orgánicos. Por naturaleza cada animal se rige por estas leyes. Gracias a ello, conservan la salud corporal, emocional, mental y espiritual y se generan en el planeta los ecosistemas que se caracterizan por buscar siempre la cohesión, el equilibrio ecológico. Del mismo modo surge en la vida humana el equilibrio vital que mantiene la cohesión de nuestro ser y la cohesión de la sociedad.
Para entender cómo se mantiene la cohesión en la vida humana, reproduzco aquí lo principal del hexagrama Pozo de Agua.

Hexagrama 48: El Pozo de Agua

Del Libro III (I Ching p. 719): “El Pozo significa conexión, una firme conexión con el agua subterránea de la vida. Muestra el campo del carácter, el Pozo obra la distinción de aquello que es lo recto. El pozo permanece en su sitio. Tiene un fundamento firme, y así también el carácter ha de tener fundamentos profundos y una firme conexión con el agua subterránea de la vida. El ‘camino de los reyes’, el buen gobierno, es el fundamento indispensable de la vida del Estado. El pozo no se modifica; sin embargo, por medio del agua que se extrae de él ejerce efectos de vasto alcance.”
Del Libro I (pp. 269-271): “La vida de los hombres con sus exigencias es eternamente la misma. Las formaciones políticas y las naciones cambian, pero la organización social de la humanidad en cuanto a sus necesidades vitales primarias, sigue siendo siempre la misma. Esto no puede modificarse. La vida de los hombres es como un Pozo de Agua inagotable. No disminuye ni aumenta y está ahí para todos. Las generaciones vienen y se van y todas ellas disfrutan de la vida en su inagotable plenitud.”
Dictamen (Libro I): “Ellos vienen y van y recogen del pozo. Cuando casi se ha alcanzado el agua del pozo pero todavía no se llegó abajo con la cuerda o se rompe el cántaro, eso trae desventura.”
Explicación del dictamen: “Los métodos que regulan la convivencia de los hombres siguen siendo siempre los mismos. Sin embargo, para una buena organización de la sociedad es necesario descender hasta los fundamentos de la vida. Anomalías y abusos surgen únicamente cuando no existen las personas indicadas para llevar a cabo este orden. Toda superficialidad en el ordenamiento de la vida, que deje insatisfechas las más hondas necesidades vitales, es tan imperfecta que no difiere de un Estado en el cual ni siquiera se hubiese hecho algún intento de ordenamiento. Asimismo, acarrea males una negligencia a causa de la cual se rompe el cántaro. Por ejemplo, cuando la protección militar de un Estado se exagera al punto de provocar guerras, esto equivale a la rotura del cántaro.”
“También en lo relativo a la persona individual debe tomarse en consideración este hexagrama. Por diversas que sean las inclinaciones y las formaciones de las personas, la naturaleza humana en sus fundamentos es la misma en todos los casos. Y cada cual puede proveerse durante su formación, recurriendo a la fuente inagotable de la naturaleza divina de la esencia humana. Pero también al respecto existe la amenaza de dos riesgos: en primer lugar, que durante su formación uno no penetre hasta las verdaderas raíces de lo humano y más bien quede atascado en medio de las convenciones, o bien que súbitamente uno claudique y descuide la formación de su ser.”
La imagen del hexagrama muestra la interacción entre el gobierno del Estado y el pueblo. En la posición inferior está la Madera (trigrama Viento) y el Agua (trigrama) ocupa la posición superior. “Así el noble alienta al pueblo durante el trabajo y lo exhorta a ayudarse mutuamente.”
Explicación de la imagen: “La madera (árbol) succiona el agua hacia arriba. Así como la madera en cuanto organismo ilustra la actividad del pozo que redunda en beneficio de las diferentes partes de la planta, ordena el noble la sociedad humana, de modo que a la manera de un organismo vegetal haya una mutua interpenetración para el bien de todo.”

Nos falta cuerda para alcanzar el Agua del Pozo

Los animales salvajes respetan su naturaleza, confían en ella y cultivan sus dones a fin de sobrevivir y disfrutar de la vida. Para encontrar el camino en medio de los cambios circunstanciales en su entorno, se concentran en su interior y actúan sirviéndose de las facultades y de los atributos que poseen por naturaleza. La madre arropa y amamanta sus cachorros a demanda y les acompaña en su exploración del entorno, procurando que no se alejen demasiado y se tomen su tiempo para practicar sus habilidades y desarrollar sus facultades hasta que sepan cuidarse solos. Los cachorros exploran su entorno ejercitando sus aptitudes innatas jugando, y exploran y desarrollan sus habilidades y capacidades prestando atención a las indicaciones de lo Creativo. Así crecen formándose sus facultades y volviéndose cada vez más hábiles, responsables, autónomos, libres y seguros de sí.
Para la desgracia de la humanidad, el ser humano no confía en su propia naturaleza. Al contrario de las demás especies, pensamos que educar significa reformar, controlar y dominar la naturaleza de nuestros hijos. Modificando, manipulando y controlando su comportamiento, provocamos que los niños pierdan paulatinamente la conexión con lo Creativo y sustituyan el guía de su propio interior por las opiniones de otros. Desde pequeño, el ser humano aprende a adaptarse al orden del mundo, en vez de acoplarse al orden de la Vida. Sin embargo, si conocemos la naturaleza humana y la respetamos resulta que los niños desarrollan de forma natural unas cualidades y aptitudes admirables. Los bebés y niños pequeños se entregan a los estímulos de lo Creativo. Así, también la especie humana cultiva su esencia, responsabilizándose de sus actos y desarrollando su ser actuando de forma autónoma, libre y segura de sí.
El orden del mundo no es un orden que la especie humana genera de forma natural, sino que se produce debido al abuso del poder. La gran mayoría se somete a este orden, obligados por las circunstancias. A regañadientes aceptamos que el más fuerte y más listo (hábil, astuto, egoísta, rico, influyente, desalmado,…) domine a los demás e imponga las reglas del “juego” de luchas de poder en que el orden del mundo convierte la vida humana. Los sistemas que rigen el orden del mundo, provocan que perdamos la cohesión social porque no se puede modificar la estructura del "Pozo".
Actuamos en contra del orden natural debido a siglos de abuso de poder, explotación, lucha y sufrimiento. En algún momento de la historia, el ser humano se sometió a un orden basado en el miedo y la desconfianza, un orden que genera necesariamente inseguridad y desarraigo. La parte opresora se basa en la desconfianza y se sirve del poder para “superar” los efectos de su desconfianza. Se genera así necesariamente un círculo vicioso debido al desprecio y la explotación, por un lado, y, por otro, la inseguridad y el miedo. La dinámica que surge en estas condiciones, no es nada propicia para desarrollar las cualidades intrínsecas del ser humano.
En las condiciones de vida que se generan de esta manera, el Pozo de Agua sufre avería, el “árbol” humano no recibe la “savia” que necesita porque no se arraiga en su esencia. A consecuencia de eso, el ser humano se vuelve vacilante, incoherente, inconsistente y retorcido. A causa del orden del mundo, tanto los verdugos como las víctimas viven en cautividad, se alimentan con lo que les den, luchan entre sí y contra todo y todos buscando su libertad y su felicidad.
Si una persona no se arraiga en su esencia, desarrolla una inseguridad existencial que condiciona su vida. Cuanto más insegura se sienta, mayor necesidad tiene de controlar las circunstancias modificando los procesos naturales y el comportamiento de los demás. En vez de beber el Agua de su Pozo y afrontar la vida con confianza y libertad interior, intenta olvidarse de su inseguridad creando condiciones que satisfagan sus necesidades inmediatas. Sin embargo, basándose en los criterios del mundo exterior, uno se vuelve cada vez más desconfiado y, por tanto, inseguro.
Generalmente pensamos que basándonos en los criterios del orden del mundo, podemos gobernar nuestra vida. Apenas tenemos en cuenta lo que I Ching resalta, que “el carácter ha de tener fundamentos profundos y una firme conexión con el agua subterránea de la vida”. Para organizar la vida humana, los gobiernos no tienen en cuenta que “el pozo no se modifica”. Olvidan que “por medio del agua que se extrae del Pozo” el agua subterránea de la vida “ejerce efectos de vasto alcance” que determinan la vida del Estado. También el pueblo olvida lo que sabe por naturaleza. Demasiado a menudo actuamos con miedo, renegamos de nosotros mismos y manipulamos a los demás con la intención de que la vida transcurra conforme a nuestros deseos e intereses.
Esforzándonos por adaptarnos al disloque incoherente del mundo, nos volvemos inseguros, conflictivos, irresponsables, dependientes, teledirigidos e inhumanos. Es la desventura que acontece cuando no alcancemos el Agua del Pozo. Si nuestras raíces no extraen la “savia” de la vida, no podemos arraigarnos en la esencia humana. Además, quedándonos en la superficie de la naturaleza humana, provocamos “la rotura del cántaro”, exagerando la protección del Estado mediante una estrategia militar de desconfianza y control que produce conflictos sociales y provoca guerras. 

El abuso del poder

Hablando de la interacción entre lo Receptivo y lo Creativo, I Ching avisa del peligro que corremos si abusamos del libre albedrío. Lo explica así: “Lo Receptivo alcanza la posición duradera que le cuadra al entregarse y seguir a lo Creativo. Si lo Receptivo quisiera avanzar por sí mismo, se desviaría de su índole natural y perdería el camino.”
Si hacemos oídos sordos a las indicaciones que afluyen hacia nosotros desde nuestro interior, lo Receptivo “avanza por sí mismo”. Es decir “Eva mordió la manzana”: la mente calculadora toma el mando sobre el corazón. La mente sin corazón intenta dominar y reformar no sólo la naturaleza en nuestro entorno sino también la naturaleza humana. Si en vez de escuchar el sincero sentir del corazón y querer entender sus razones, nuestra mente se dedica a lo que I Ching llama el “vano trajinar autónomo”, renegamos de nuestra esencia y perdemos el camino de la Vida por lo que nos volvemos desgraciados.
A consecuencia de esa actitud mental, el corazón se llena de confusión y sentimientos negativos por lo que se produce un runrún de pensamientos restrictivos y reiterativos en la cabeza. Debido a este runrún, entramos en un estado de ansiedad que impide recogernos en nuestro interior, por lo que se dificulta penetrar hasta las verdaderas raíces de lo humano. Por eso, se acorta la cuerda que baja al Pozo. Quedándonos en la superficie, nos desarraigamos y nos atascamos en medio de las convenciones por lo que repetimos la historia conflictiva de la humanidad.
Los niños mimados y toda la escala de personas entre dominantes y tiranos buscan poder para llenar un gran vacío interior. Aunque lo esconden muy bien, este vacío les da terror. Si uno no reconoce su situación interior, busca los culpables de sus miedos en el exterior, se siente amenazado y acumula poder a fin de crear un mundo “seguro”. Así, la falta de amor y arropamiento hace a menudo que un niño aterrorizado se convierta en una persona que abusa de su poder. Sin embargo, si en vez de darle poder sobre sus vidas, la gente en su entorno le hubieran llevado a “beber de su Pozo”, ese niño se habría recogido en su interior, conectado con lo Creativo y superado su terror.
Las personas que abusan de su poder, necesitan a los demás para alcanzar sus objetivos y, para no perder el control, imponen a la fuerza o manipulando determinadas condiciones. Como no se arraigan en su ser, desconfían de su propia naturaleza y de todo el mundo. Son incapaces de dejar que las cosas se desarrollen de forma natural. Para ellos, la vida es un caos. Piensan que tienen que encauzar y dirigir los procesos orgánicos para que haya un orden predecible que satisfaga su necesidad de arropamiento y concuerde con sus deseos y objetivos. Para quienes buscan poder, el libre albedrío es un factor de riesgo que hace peligrar su mundo. Por eso, de una manera visceral y reactiva combaten el libre albedrío y los procesos naturales en cualquier ámbito. Por todos los medios buscan la “seguridad” de tener el mundo bajo control.
Los poderosos están tan obcecados manejando la vida de los demás, que no se dan cuenta de que por más que se esfuercen, nunca encontrarán la seguridad que están buscando. Para proteger su mundo, sólo se relacionan con personas que les dan la razón, por compadreo o por miedo. Así evitan dudar de sus ideas. No quieren aprender de la vida, necesitan protegerse y defender sus criterios constantemente porque temen cualquier insurrección. No se dan cuenta de que en realidad están luchando contra la Vida y que, aunque maten la naturaleza en el planeta, nunca podrán ganar esta lucha. Inconscientes de que vulneran sistemáticamente las leyes naturales que rigen la vida, continúan buscando estrategias y métodos a fin de conseguir que la Vida se someta a sus pretensiones.
Quienes entienden la vida desde la perspectiva del poder, piensan que las luchas de poder garantizan un cierto equilibrio y que el sistema democrático hará que se respeten los derechos humanos. No obstante, al basarse los partidos políticos en intereses y en luchas de poder, en la práctica está ocurriendo todo lo contrario. La política no busca el “camino de los reyes” para gobernar. Los gobiernos dependen de los votos. No son duraderos por lo que, por definición, se ocupan de lo superficial, lo llamativo y lo inmediato. Buscan convencer los ciudadanos de sus criterios, en vez de procurar que la vida humana se desarrolle de forma justa, equitativa y equilibrada. Desde hace decenas de siglos, no hay ningún gobierno que “alienta al pueblo durante el trabajo y lo exhorta a ayudarse mutuamente.”
Lo que mantiene la cohesión de la vida humana son los valores que compartimos, el movimiento infinito en el eje de manutención (∞). Cultivamos estos valores gracias a las relaciones humanas en la convivencia familiar, social y laboral. Pero el poder se siente amenazado, su desconfianza en la vida humana es muy grande. Es incapaz de dejar que el pueblo viva en paz. Cuando un tirano toma el poder, destruye el Pozo de los pueblos. El poder divide al pueblo y el sistema económico es el tirano que se sirve de la precariedad, la inseguridad laboral y la división de opiniones para vencer.
Un tirano únicamente adquiere poder en la medida en que el pueblo adopte sus criterios. No obstante, para vencer basta crear un enemigo común y llamar al pueblo a la guerra, o bien, crear intereses contrapuestos y dejar que los convecinos luchen entre sí. En la sociedad democrática, la lucha política fomenta la competición, el egoísmo, la separación, el aislamiento y la soledad. Normalmente, los políticos no buscan las verdaderas raíces de lo humano y los gobiernos no profundizan para decidir la política social, educativa, sanitaria y laboral. Con su “vano trajinar autónomo” toman decisiones que intervienen en la vida humana rompiendo los vínculos naturales que mantienen la cohesión de la sociedad.
Al imponer desde el gobierno métodos para organizar la vida humana, se destruyen necesariamente los métodos que organizan la vida humana desde siempre. Todavía, los gobiernos actúan como los antiguos patriarcas y caciques. Es como si pensaran que hay que introducir e inculcar desde fuera las normas de conducta en el interior de las personas. Como si los “súbditos” fueran unos salvajes e incompetentes que hay que adiestrar, instruir y controlar para que todo funcione como es debido. En la práctica experimentamos que demasiados jefes, gerentes y gobiernos muestran un gran desprecio por la dignidad humana y una profunda falta de respeto por la naturaleza humana.  
Sin proponérselo, los gobiernos provocan una desarticulación en cadena del trabajo que realizan los profesionales en el campo de la educación, sanidad, asistencia social y, en general, en el ámbito laboral. Los trabajadores y los usuarios que están “abajo”, experimentan que las normas y métodos introducidos desde fuera ponen todo pata arriba y que ya nada marcha bien. Esta experiencia sirve al menos para tomar conciencia de lo bien que funcionan las cosas de forma natural, cuando se trabajaba aún con dedicación y sentido común. Pero los de “arriba” no lo reconocen ya que ni oyen, ni ven, ni preguntan. Aquellos jefes, gestores y políticos que están empeñados en cuadricular el círculo, provocan que se acumulen los problemas y todo se enmarañe. Todo se complica en los centros de trabajo donde la desesperación, la impotencia, el estrés y el desarraigo se extienden como una mancha de aceite.
Aumentan los síntomas de desarraigo de padres e hijos, niños, jóvenes, trabajadores, estudiantes, funcionarios, investigadores, autónomos,… que forman el fundamento de la vida del Estado. Debido al desarraigo, se agrava además el vano trajinar autónomo. La situación ha llegado a un estado explosivo que puede propagarse como el fuego, a no ser que los convecinos se unan en la tarea común de reparar el Pozo de Agua del pueblo.

La política educativa

El pasado día 23 de noviembre se publicó en el periódico un artículo sobre la intervención de la política educativa en el campo de la práctica. En este artículo, titulado Burocracia y educación, don Javier Merchán Iglesias catedrático de Educación Secundaria de la universidad de Sevilla, resalta: “A estas alturas sólo falta que los profesores copien al dictado qué es lo que tienen que poner en las programaciones, qué tienen que hacer en el aula y a cuántos alumnos deben aprobar.” Es un artículo muy esclarecedor (leerlo).

Los centros tienen cada vez menos autonomía, las leyes, reglamentos y ocurrencias políticas determinan las condiciones de trabajo y éstas no favorecen en absoluto el aprendizaje. A pesar de que los resultados académicos no son nada halagüeños, la Administración y la inspección del departamento de Educación insisten en adaptar los niños y los profesionales al sistema que han impuesto. Hace poco me enteré de que los inspectores que visitan los centros educativos, no van ahí para ver cómo van las cosas en la práctica y para evaluar los resultados de las novedades que han impuesto, sino para obligar al personal a ejecutar a raja tabla las directrices de la Administración.
Al parecer, el cometido de la inspección no es escuchar a los profesores. La situación es tan absurda que no se permite cuestionar absolutamente nada. Resulta que la pérdida de dignidad humana de los inspectores ha llegado al punto de responder a cualquier comentario que sólo están ahí para controlar si todo va según los reglamentos de la ley.
Increíble que el sistema educativo haya podido llegar a esto. En vez de prestar atención a lo que ocurre en la práctica y procurar preservar la salud del sistema, el poder legislativo impone sistemas que provocan desarraigo y enajenamiento, en vez de estimular la cooperación para el bien de todos. A consecuencia de ello, se generan necesariamente círculos viciosos de enfado, frustración, desesperación, preocupación, depresión, estrés, ansiedad, agresividad, acoso y violencia que afectan a todos los implicados y cuyas consecuencias se hacen cada vez más palpables en la sociedad.
Curiosamente, se denominan “orgánicas” aquellas leyes que, en realidad, rompen los vínculos naturales que determinan los procesos orgánicos que mantienen la cohesión. En el campo de la práctica, los profesionales no tienen apenas potestad. La política educativa no tiene en cuenta su formación y experiencia en la enseñanza, puesto que son funcionarios que ¿por tanto? deben actuar como ejecutores de los objetivos políticos. Desde los despachos, se organiza la convivencia en los centros educativos mediante leyes, reglamentos e informes, como si los procesos orgánicos fueran asuntos técnicos.
Asimismo, en la sanidad, la asistencia social y en cualquier ámbito laboral, los trabajadores y los usuarios sufren las consecuencias de que los sistemas impuestos desde “arriba” no funcionan “abajo”. Especialmente en el campo de la educación y la sanidad se señala una creciente pérdida de cohesión emocional y social.

Los valores humanos

El desarrollo de cualquier ser vivo y de cualquier organismo se determina por los procesos orgánicos que fluyen de dentro hacia fuera y que tienen lugar en el aquí y ahora. La vida no es programable. La vida humana no está hecha de cosas sino de relaciones. Si dejamos que la mente sin corazón organice la vida social, se rompen los vínculos interiores con nosotros mismos y nuestra interacción renovadora con los demás. Lo que es un enigma para la mente es una gran verdad para el corazón. Por ejemplo, para descubrir lo que nos une con los demás, hace falta descender hasta las raíces de tu propio ser y respetar lo que te hace único. Esto no es egoísmo sino todo lo contrario. Aprendiendo a respetarte tú, aprendemos a respetar a todos los demás seres vivos.
A consecuencia de aplicar a la vida humana criterios y métodos que no respetan las verdaderas raíces de lo humano, nos desarraigamos y llegamos a renegar de nuestra propia naturaleza. Al descuidar la formación del ser humano en el sistema educativo, aumenta la falta de respeto y autoestima en los centros educativos y en la sociedad. Desmoronándose la cohesión personal y social, crece la necesidad de sustitutos para suplir la falta de unión interna. Esta función la cumplen las bandas, los grupos ultra y de tipo “manada”, la movilización de las masas y todo tipo de manifestaciones populistas, separatistas, fascistas, terroristas y otros movimientos contra el sentido común.
Los métodos que permiten organizar la vida humana no cambian. Al imponer sistemas educativos basados en criterios cambiantes e intereses económicos y políticos, corremos el riesgo de convertirnos en víctimas y verdugos del poder, en instrumentos de objetivos políticos y en robots sin humanidad.
Nuestros valores elementales son las “herramientas” que posibilitan mantener la cohesión de la vida humana. Estos valores siguen siendo siempre los mismos. Son aquellos valores que corresponden a los 20 aminoácidos que constituyen los “ladrillos” de construcción de la gran variedad de proteínas que desempeñan en el organismo múltiples funciones metabólicas, reguladoras, reparadoras y estructurales gracias a las cuales los procesos orgánicos conservan la cohesión, la vitalidad y la salud del cuerpo.
Los valores elementales que corresponden a los aminoácidos, desempeñan funciones similares en la vida humana. En el siguiente cuadro he relacionado las cualidades intrínsecas de los elementos con nuestros valores innatos y con los valores que adquirimos gracias a la convivencia.

valores elementales

 Los valores elementales

Para conservar la cohesión de la vida humana es primordial cultivar la capacidad de dedicación, reflexión y resolución, recurrir a los valores innatos y actualizar a diario los valores adquiridos de respeto, humildad, paciencia, conciencia y responsabilidad. De forma natural procuramos usar, preservar y cultivar estos valores en la vida cotidiana y en la educación. No obstante, en la medida en la que nos desconectamos de nuestra esencia, estos valores se deterioran por lo que surgen todo tipo de desequilibrios emocionales y conflictos sociales.
Basándonos en los valores elementales de nuestra especie, crece la confianza en la naturaleza humana. Entonces, nos damos cuenta de que la libertad creativa y la libertad de movimiento favorecen el aprendizaje, la autoestima y el respeto mutuo. Asimismo, reconocemos así que los niños y quienes se dedican a la educación necesitan dedicarse a su cometido de modo entregado, creativo y respetuoso, permaneciendo en el aquí y ahora. La educación necesita amor, atención, respeto, libertad, creatividad, sinceridad, humildad e implicación personal. Entregándonos, nos basamos de forma natural en los valores humanos y nos adaptamos espontáneamente a las posibilidades y necesidades de los niños. Gracias a ello, los niños, maestros y profesores disfrutan aprendiendo cada uno de sus vivencias, desarrollando sus cualidades e incrementando sus facultades para el bien común.
Así, se genera un ambiente de estudio en el que los niños presten atención y aprendan explorando, interiorizando, esforzándose, creando y disfrutando. Al acoplarse espontáneamente a las leyes normativas que rigen la vida conservando la cohesión de su ser, niños y adultos dan lo mejor de sí y aprenden de forma natural a disfrutar de la magia de la vida que es una fuente inagotable de enseñanza.

La dinámica que surge debido al orden del mundo

Los antiguos investigadores que sentaron las bases de la medicina tradicional china, descubrieron de qué manera las enfermedades se instalan y se desarrollan en el cuerpo. Se dieron cuenta de que los procesos patológicos evolucionan siguiendo una dinámica determinada. La dinámica vital de la “flor” que representa el camino de la Vida, genera una infinita biodiversidad de seres gracias a los procesos orgánicos naturales. También la dinámica patológica genera una infinidad de diferentes conflictos y enfermedades.
“La simiente de lo Creativo” en el interior de los seres vivos posibilita que cada ser desarrolle su esencia individual en el elemento Tierra. Como dice I Ching, obedeciendo las directrices y las indicaciones de lo Creativo, “los seres se van modificando y formando a fin de que cada uno adquiera la correcta naturaleza que le está destinada, y logre duradera concordancia con la gran armonía”.
No obstante, si no penetramos apenas en nuestro interior, nos descentramos saliendo del centro de la dinámica natural que rige los procesos orgánicos que conservan la vitalidad y la cohesión. Saliendo del centro, se distorsiona la dinámica entre los elementos por lo que surgen todo tipo de disfunciones orgánicos que generan desequilibrios emocionales y mentales que afectan al funcionamiento orgánico. Estos desequilibrios se manifiestan, tanto en la sociedad como en el cuerpo, en forma de procesos patológicos que generan determinados conflictos sociales y enfermedades que destruyen la vida.
Aunque los desequilibrios producen una gran variedad de síntomas y tienen consecuencias muy diversas para el funcionamiento del organismo, la dinámica patológica se determina siempre por la interacción entre los elementos. Si nos descentramos, el elemento Tierra se distancia de los elementos Agua y Madera y se coloca entre los elementos Fuego y Metal, formándose un pentágono (ver imagen). Debido a la dinámica que se desencadena en el pentágono/pentagrama, las cualidades intrínsecas de los elementos se transforman en sentimientos negativos, como viene explicado en los artículos sobre los círculos viciosos.

Consecuencias perdida equilibrio

 Consecuencias del orden del mundo

A consecuencia de la ubicación del elemento Tierra, se distorsionan las relaciones entre los elementos de determinada manera. De ahí que reconocemos también en la dinámica del orden del mundo una lógica. Es la lógica del ego que determina la vida mediante procesos patológicos que destruyen la vitalidad y la cohesión del ser humano.
Si nos distanciamos de nuestra esencia (Agua) y de nuestra naturaleza íntima (Madera), perdemos la cohesión interior por lo que nuestro corazón sufre y se generan automáticamente sentimientos negativos que obstruyen las raíces que nos conectan con el “agua subterránea de la vida”. Debido a ello, el Agua de nuestro Pozo se estanca y se contamina por lo que perdemos el camino de la Vida. Nos damos cuenta de eso encontrándonos mal cuando percibimos que, por así decirlo, nuestro “árbol” no logra desplegar su potencial.
I Ching enseña que si en tales casos nos paramos a consultar nuestro interior, descubriremos las causas interiores de nuestro malestar y nos daremos cuenta que hemos vulnerado alguna de las leyes normativas de la vida. Rectificándonos, aprendemos la lección y volvemos automáticamente al camino de la Vida, respetando las necesidades esenciales de nuestra naturaleza íntima y preservando nuestro libre albedrío.
Sin embargo, el orden del mundo incita a modificar las circunstancias luchando en contra del orden natural por lo que nuestra vida se convierte en una lucha por sobrevivir y en una lucha con los demás en busca de libertad. Así, nos enredamos en la dinámica del pentágono por lo que se generan los círculos viciosos. I Ching explica que esto ocurre debido al vano trajinar autónomo de nuestra mente calculadora. Los intentos mentales son en vano porque es imposible mejorar el mundo desde fuera y a la fuerza. En cambio, el camino del sincero sentir del corazón lleva a la toma de conciencia de las leyes universales que rigen la vida. Respetando estas leyes, salvaguardamos la dignidad humana y el mundo cambiará por sí solo.

Recojamos el Agua de nuestro Pozo

Para no caer en los tentáculos del ego que acecha en cada rincón del orden del mundo, basta recogerte en tu interior y descender al Agua del Pozo. Perseverando en nuestro interior, recibimos las indicaciones de lo Creativo para encontrar nuestro camino en la vida. Además, abriéndonos interiormente llegamos a conocer más a fondo y en general las necesidades vitales primarias de la vida humana. Gracias a ello es posible encontrar el “camino de los reyes” para organizar con la ayuda de lo Creativo la vida en el hogar, en la educación, la sanidad, la asistencia social y en cualquier ámbito laboral.
Reconociendo las verdaderas raíces de lo humano, en la educación colaboramos con la fuerza primordial de lo Creativo que despierta y desarrolla la esencia más elevada del ser humano. Del Libro III (p. 468) reproduzco la información sobre “los atributos de lo Creativo que son al mismo tiempo también las cualidades necesarias en un conductor y gobernante de los hombres”.

Los atributos de lo Creativo:

Amor: “A fin de poder gobernar y conducir a los hombres, ante todo hace falta amarlos. Sin amor nada duradero puede realizarse. La violencia que actúa provocada por el miedo, engendra necesariamente resistencias, como efecto reactivo. Sobre la base del amor, surge la moral en las costumbres como método para la unificación.”
Moral: “Nada liga a los hombres más firmemente que fuertes costumbres morales, que obtienen su observancia gracias al hecho de que cada miembro de la sociedad vea en ellas lo bello, lo digno de ambicionarse y de alcanzar. Allí donde se logra formar nexos de costumbres morales destinados a que cada cual se sienta cómodo, resulta muy fácil procurar la unión y la organización de las masas.
Justicia: “El fundamento de la convivencia ha de ser, por otra parte, la mayor libertad posible, el mayor beneficio posible para todos. Tales condiciones se ven garantizadas por la justicia que restringe la libertad del individuo tan sólo en la medida indispensable para el bienestar general.”
Sabiduría: “Con el fin de alcanzar las metas propuestas, se requiere finalmente, como cuarto factor, la sabiduría que se revela en el señalamiento de caminos firmes y perdurables que, de acuerdo con invariables leyes universales, tienen que conducir al éxito.”