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6. El rumbo dictado por nuestro ser eterno

Publicado el Viernes, 20 Mayo 2011
Última actualización en Jueves, 21 Noviembre 2013

Nuestras vivencias nos confrontan con nosotros mismos mediante nuestras sensaciones, sentimientos, acciones y reacciones. Las mismas hacen que tomemos conciencia tanto de nuestro estado interior como de nuestro entorno, y que escojamos nuestro camino en la vida. Y si nos escuchamos con sinceridad interior procurando ser fieles a los sentimientos profundos que indican las intenciones de lo Creativo, es nuestro ser eterno el que dicta el rumbo de nuestras vidas.

Según la simbología de la dinámica vital de los Elementos, si prestamos atención a lo que estamos haciendo y sintiendo, estamos nutriendo al Elemento Agua con nuestras sensaciones, sentimientos y pensamientos. Y si nos preguntamos las cosas con sinceridad, estamos consultando lo Creativo en nuestro interior. De esta manera cooperamos con la dinámica vital del Ciclo Cosmológico y mantenemos el equilibrio emocional, lo cual percibimos al encontrarnos centrados y experimentar que dentro de nosotros todo está fluyendo de modo que nos vaya viniendo espontáneamente aquello que necesitemos en cada momento.
Y al afrontar las circunstancias que no nos sientan bien, ocurre algo similar. Si procuramos mantenernos centrados, las cosas dentro de nosotros siguen fluyendo libremente por lo que llegará, más tarde o más temprano, lo que necesites para afrontar cualquier situación desconocida, desconcertante o dolorosa. Esto es debido a que nos abrimos a las influencias de lo Creativo que hacen surgir desde nuestro interior, primero, los criterios que permiten digerir lo que ha ocurrido (Agua) y, después, los criterios y recursos que permiten resolver los problemas (Madera).

Intentando seguir los consejos de I Ching, me he dado cuenta de que al abrirte a lo Creativo en tu interior, tomas cada vez más conciencia de las cosas que son esenciales para ti, y que respetando lo que es válido y valioso para tu ser interior, vas descubriendo cómo eres y vas corrigiéndote, renovándote y vitalizándote. Gracias a ello puedes afrontar la vida siendo leal a ti mismo y escuchar abiertamente a los demás, sin dejarte confundir por las opiniones de unos y de otros sobre cómo hay que afrontar la vida.
Además, resulta que cualquier persona al preguntárselo en su interior, no sólo encuentra los valores personales que determinan la unicidad de su propio ser, sino también los valores que compartimos todos los seres humanos. Por eso, respetando dichos valores, nos corregimos de modo natural y auto-regulador de acuerdo con los valores humanos esenciales que cada ser humano conoce y reconoce por naturaleza, y desarrollamos al mismo tiempo las potencialidades individuales.
Esto lo debemos a las Leyes supremas que rigen la Vida. Su Inteligencia es tal que si obedeces con total sinceridad y entrega a las intenciones de lo Creativo en tu propio interior, la Vida por sí misma creará y mantendrá las condiciones necesarias para la supervivencia, regeneración y evolución del conjunto, como así lo enseñan los sistemas naturales que organizan, entre otros, el fenómeno de la biosfera auto-regeneradora.
Mediante las influencias de las fuerzas de la propia naturaleza de cada ser, se potencian las influencias de los Elementos que mantienen el equilibrio Yin-Yang, tanto del conjunto de la Creación como de cada aspecto de la misma. Y siempre que hay salud, equilibrio y armonía, las influencias de lo Creativo producen una dinámica transformadora auto-reguladora que se visualiza en el siguiente dibujo.

La dinámica auto-reguladora del Ciclo Cosmológico

La dinámica auto-reguladora del Ciclo Cosmológico

La dinámica auto-reguladora surgirá siempre que el Elemento Tierra (es decir, cualquier ser vivo) se mantenga en el centro de las influencias de las fuerzas naturales. La Inteligencia de la Vida hace que en el eje vertical se produzca un movimiento fluido en forma del número 8 entre los Elementos Agua y Fuego que, gracias a la actitud Receptiva del sincero sentir, pasará por las personas centradas (Elemento Tierra). Y a continuación, en el eje horizontal se producirá un movimiento fluido en forma del signo de lo infinito entre los Elementos Metal y Madera que pasará igualmente por ellas.

Al preguntarnos cosas, nos implicamos adentrándonos en el Elemento Agua (lazo inferior del 8) de manera que se movilicen tanto los conocimientos que hemos interiorzado como aquellos que, al menos conscientemente, desconocíamos. De alguna manera, muchos datos, dudas e indicios van mezclándose, reorganizándose y ordenándose con la ayuda directiva e inspiradora de lo Creativo. Los resultados de ello pasan por el subconsciente hacia el Elemento Fuego (lazo superior del 8) donde la mente los transforma en conocimientos que vuelven a nosotros en el Elemento Tierra. Tomamos así conciencia de las aportaciones de lo Creativo del Agua y las interiorizamos y consolidamos mediante una segunda vuelta por el Elemento Agua.
Dichas aportaciones vuelven de nuevo al Elemento Fuego por lo que las tendremos a nuestra disposición al continuar hacia el Elemento Metal para realizarnos en nuestro entorno. Y junto con las influencias del entorno fluyen desde el Elemento Metal por el eje horizontal hacia el Elemento Madera cuyas transformaciones orgánicas naturales forman, de acuerdo con los valores morales de nuestra alma, los criterios esenciales y los recursos prácticos que precisamos para realizarnos en el día a día de nuestras vidas. De modo que estos criterios y recursos permiten que demos forma a nuestra esencia personal en los Elemento Tierra (estado vital del ser) y Metal (entorno), y asimismo que evaluemos nuestra situación adentrándonos de nuevo en el Elemento Agua.
De esta manera nos desarrollamos de acuerdo con el rumbo dictado por nuestro ser eterno y somos capaces de vivir y de convivir de modo auto-regulador natural y satisfactorio en armonía con los demás y con la naturaleza. En principio, poseemos las cualidades para crear las condiciones vitales necesarias para mantener la dinámica auto-reguladora del Ciclo Cosmológico ya que de pequeños mantuvimos esta dinámica por naturaleza.

No obstante, perdemos la inocencia al adaptarnos a un mundo que no confía en las fuerzas de la naturaleza por lo que solemos acumular muchas inseguridades y otros sentimientos negativos que obstruyen la dinámica natural.
Los seres humanos recibimos infinidad de influencias de nuestro entorno que hacen que actuemos en contra de nuestro verdadero sentir y que reneguemos de nosotros mismos. Debido a esto se hace difícil que nos escuchemos abriéndonos a lo Creativo por lo que nos complicamos la vida y perdemos el camino. Y si nos sentimos perdidos e inseguros, solemos buscar apoyo en cosas que no nos dan la confianza que anhelamos, por lo que nos perdemos cada vez más.
I Ching explica que al obstruir la recepción de las intenciones e indicaciones de lo Creativo, nos hacemos desgraciados porque, al faltarle la dirección e inspiración de lo Creativo, lo Receptivo avanza por sí mismo. Dice así (p. 480): “Si lo Receptivo quisiera avanzar por sí mismo, se desviaría de su índole natural y perdería el camino. Al entregarse y seguir a lo Creativo alcanza la posición duradera que le cuadra.”
Según I Ching, todos los seres somos la materialización de nuestra energía espiritual. Y al corresponder la materialización de lo energético al principio primordial de lo Receptivo, nuestra condición vital se determina por dicho principio. Por eso, sólo podemos dar forma a nuestra esencia y ser nosotros mismos, si nos adaptamos a dicha condición natural abriéndonos a las intenciones de lo Creativo.

“Lo Receptivo es el servidor de lo Creativo pero esto no significa que sea inferior,” dice I Ching. “Únicamente porque está a la altura de lo Creativo, lo Receptivo puede realizar aquello a lo que lo Creativo le incita. Abriéndose, lo Receptivo se entrega y sigue lo Creativo y puede así parir y hacer prosperar y desplegarse las intenciones espirituales del ser eterno.” Y sólo desplegándose nuestro verdadero ser, nos sentimos en paz con nosotros mismos y con nuestro entorno...